Editorial: Sería bueno preguntarse ¿Qué queremos del Servicio Militar Obligatorio?
Hoy todas las miradas periodísticas se han girado al norte de nuestro país y en particular al Servicio Militar Obligatorio.
El soldado conscripto Franco Vargas falleció y otros varios debieron ser internados en un centro asistencial por una marcha que realizaron los jóvenes que cumplían con su servicio en el Regimiento Huamachuco.
La institución castrense afirmó que el soldado falleció por una muerte súbita. La familia no cree y pide una nueva autopsia. Pero lo que ha sido el denominador común es el tema de los supuestos maltratos a los jóvenes.
Los testimonios de algunos de los 39 soldados que renunciaron al SMO son coincidentes al referir malos tratos, gritos y escasa reacción cuando Franco decía que no podía seguir en la marcha.
La caminata en cuestión comenzó el 21 de abril en el sector Pacollo, eran cerca de 10 kilómetros que buscaban una "aclimatación en altura". El ejército ha dicho que no había condiciones extremas ni que los soldados fueran desabrigados.
Lo cierto que en este mes de mayo se vuelve inevitable, la relación con la tragedia de Antuco. En pocos días más se cumplen 19 años de la tragedia militar más grave en tiempos de paz para el Ejército, 44 soldados y un sargento fallecieron en los faldeos del volcán. La de Antuco fue una marcha que nunca debió realizarse y por eso hubo varios oficiales sancionados. Se supone que este hecho iba a significar un antes y un después para el Ejército de Chile y hasta ahora así se entendía.
Independiente de las opiniones cruzadas entre las familias de los soldados y la institución en esta marcha algo falló, sino no se entienden las consecuencias.
Pero más allá de esto, debemos analizar ¿para qué estamos haciendo un Servicio Militar Obligatorio?, ¿estamos preparando a los jóvenes para la guerra? o ¿en tiempos de paz y cuando no hay riesgo inminente de conflicto bélico la formación militar de estos adolescentes debiera ser distinta, con otros énfasis?
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