Cavó su propia zanja
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Cavó su propia zanja


Por Redacción Sabes | 03 Enero 2022 10:31
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Las opiniones vertidas en esta columna no representan necesariamente el pensamiento de Sabes.cl, El Diario Digital del Gran Concepción.

Los clivajes presentes en estas elecciones pueden ser muchos, unos más relevantes que otros, pero lo que sí es evidente es que ambos candidatos miraron hacia el centro a través de la moderación de sus discursos, la modificación y cancelación de sus propuestas programáticas más radicales. Estrategia que, de cara a la segunda vuelta solo le funcionó a uno de los candidatos que hoy será recordado como el presidente electo más votado de la historia, con 4,6 millones de sufragios.

La estrategia fue similar pero los resultados fueron disímiles en un balotaje que a más de alguno le trajo aquella vieja añoranza de fines de los 80’ con algunas características comparables como la polarización y una permanente tensión, que, en esta ocasión, estuvo caracterizada por un clima leve pero no menos importante de desconfianza en los resultados si estos eran muy estrechos y una eventual negligencia del gobierno en el recorte del transporte público.

Si bien, se pronosticaba un triunfo de Apruebo Dignidad, los analistas, las encuestas y proyecciones del mercado esperaban un resultado más estrecho, teniendo en consideración que ambos candidatos no sobrepasaron el 30% de los votos en la primera vuelta.

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El republicano no logró movilizar votos ni en mujeres, ni en jóvenes ni en las comunas populares. Los esperanzados salieron a votar, pero los atemorizados por la campaña anticomunista no lograron ser movilizados más allá del “techo” electoral de la derecha, similar al que obtuvo Sebastián Piñera en la segunda vuelta del año 2017.

¿Fue la campaña situada al extremo del conservadurismo y basada en el miedo la que terminó condenando al candidato Jose Antonio Kast? O por el contrario ¿Virar hacia el centro fue lo que desmovilizó a sus adherentes?

El viraje hacia el centro del candidato José Antonio Kast fue un tanto ambiguo, y contradictorio, digno discípulo de Groucho Marx cuando decía “estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros".

El republicano motivado por su ambición electoral tuvo que cancelar sus más importantes tintes ideológicos extremos como la persecución de radicales de izquierda, cerrar el Ministerio de la Mujer, cerrar la FLACSO por adoctrinamiento educativo, despedir a miles de funcionarios públicos para “achicar el estado”, seguir abriendo centrales a carbón, entre otras iniciativas que de haberse endurecido podrían haber movilizado a un electorado desconocido, que consume conspiraciones y que se siente identificado con el negacionismo de los avances científicos.

Propuestas que en otros lados del mundo han tenido éxito como es el caso de Donald Trump o el reciente electo diputado por la ciudad de Buenos Aires, Javier Milei que hace poco manifestó que las escuelas en Argentina son un sistema de adoctrinamiento socialista.

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Sin embargo, Kast, simpatizante del diputado electo argentino por su apoyo brindado en estas elecciones, no siguió sus mismos pasos o más bien solo siguió algunos. Jose Antonio Kast basó su campaña en la utilización de ataques personales y noticias falsas e información poco certera, como su espada y su cruz, para evangelizar a las masas de indecisos. Sin embargo, en el camino le fue quitando peso ideológico a su programa.

El candidato cavó su propia zanja cuando se retractó sobre la agenda valórica conservadora. Trató de desmarcarse, del legado de la dictadura cívico-militar, como también de los grupos más radicales de la extrema derecha, como es el caso de Johannes Kaiser quien por presiones del Partido Republicano tuvo que renunciar.

La ambición electoral efectista de conseguir votos en la desesperación no fue efectiva. No fue suficiente seguir la receta a medias ya que en el intento por captar votos de la centro derecha y los de Franco Parisi, la máquina del odio dejó de funcionar a toda su capacidad y peor aún, esa moderación tampoco significó tener los votos derechistas puesto que el 23% de los votantes de Sichel votaron por Gabriel Boric y otros liberales como Ignacio Briones, votaron nulo.

José Antonio Kast no fue meticuloso en poner todos los ingredientes necesarios. No tuvo en consideración que ya no es tan fácil instalar la propaganda del miedo como hace algunas décadas atrás y que, para vencer a la esperanza, el miedo y el odio no pueden tener pasos titubeantes. Tuvimos suerte de que la receta estuviera incompleta.

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