
Un año de preparación y más de 20 participantes: Así organizó la RML el ataque a la familia Grollmus en Contulmo
Una cuidada planificación habría realizado la RML para concretar el ataque a la familia Grollmus ocurrido la tarde del lunes 29 de agosto de 2022.
SABES accedió a parte de los testimonios que son parte de la carpeta investigativa y que permitieron a la Fiscalía en diciembre pasado concretar una serie de diligencias que terminaron con la detención de once personas que a la fecha, esa cifra, asciende a 15 formalizados y en prisión preventiva.
Según se desprende de este testimonio, “el atentado al Molino, se comenzó a preparar por lo menos con un año de antelación por parte de la agrupación RML, siendo la persona que lidero la planificación y ataque, fue Federico Astete, quien es uno de los líderes de la RML”.
Ahora, en relación a las motivaciones, este testigo lo justificó en “la recuperación de las tierras ancestrales del pueblo mapuche, que fueron ocupadas por los colonos que se asentaron en la comuna de Contulmo, siendo su objetivo principal quemar todas las instalaciones del Molino Grollmus, incluyendo la casa patronal, para que los descendientes de los colonos que habitaban en el lugar, se fueran del sector”.

El día del ataque a la familia Grollmus
Según este relato, ese lunes 29 de agosto de 2022, se distribuyeron las labores que realizarían cada uno de los participantes de este ataque a la familia Grollmus y la forma en que iban a proceder.
“El grupo se juntó en una cancha de Antiquina cerca de las 16 horas, los cabecillas entregaron algunas instrucciones al grupo en una reunión que se hizo previa al ataque, determinandose en ese momento las funciones de cada uno, es decir los que harían "conte” o cobertura, bloqueo de rutas cortando matas y los que irían al “choque", es decir los que entrarían al Molino, utilizándose tres camionetas para trasladar al grupo hasta el lugar del ataque”, aseveró.
Al momento del ataque, este testigo, reconoció que “hubo un intercambio de disparos con los habitantes del lugar y el grupo que entró a atacar, resultando una de las camionetas con varios impactos de bala, debiendo refugiarse detrás de los vehículos el grupo que disparaba hacia la casa, mientras otros empezaron a rociar bencina al Molino y a los vehículos que estaban al interior, llevando dicho combustible en botellas plásticas, comenzando a incendiar los vehículos y las dependencias con antorchas artesanales que hicieron con unas ramas y trapos, regresando incluso con algunas botellas llenas de bencina que no se alcanzaron a ocupar”.
El relato añade que “llego Carabineros por el lado de unas vegas al Molino, quienes les dispararon una ráfaga al grupo atacante y estos respondieron con algunos disparos de fusil, generándose un breve enfrentamiento y después de uno 10 o 15 minutos, el grupo de atacantes inicia la retirada del lugar, yéndose por el mismo camino interior por el que habían llegado, regresando la mayoría a otra cancha cercana al lugar desde donde habían salido”.
Uso de armas y sin celulares
Para concretar este ataque incendiario, los participantes tomaron una serie de resguardos, entre ellos en la forma de comunicarse y en el uso de armas.
Al momento de la retirada, uno de los cabecillas, según el testimonio, reconoció que “le disparo a un viejo en una pierna, al que habían usado como una especie de escudo humano para impedir que les siguieran disparando desde la casa patronal, lugar donde habrían tirado algunos cartuchos ya disparados”.
Con respecto al uso de armas, “se utilizaron para este ataque, supe entre ellas había pistolas del 9, revólveres del 22 y .38, escopetas, fusiles y una UZI, y el del grupo andaba con otras armas menores, es decir con pistolas, revolver y/o escopetas, enterándome además que en el lugar donde se reunió el grupo antes de salir hacia el Molino, le habrían recortado los cañones a dos escopetas, cuyos restos habrían tirado en los alrededores”.

“El día del atentado al Molino, solo se ocuparon tres camionetas, nadie andaba en moto, y respecto de los teléfonos, todos saben que deben ir sin celulares o con ellos apagados, cuando realizan algún atentado, ya que los pueden rastrear a través de sus equipos móviles, utilizándose solo equipos de radiocomunicaciones portátiles”, cerró.
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