Centro de concentración Sachsenhausen: una visita al capítulo más oscuro de Alemania
Una de las marcas más grandes que dejó la Segunda Guerra Mundial fue el holocausto. El centro de concentración Sachsenhausen, establecido en 1936 por las fuerzas del Tercer Reich a las afueras de Berlín, Alemania, fue uno de los lugares donde se presenciaron estos actos de persecución y homicidio.
En Sabes, tuvimos la oportunidad de conocer este centro de concentración y aquí te mostramos lo que significa esta visita y su historia.
Sachsenhausen se construyó originalmente para albergar a prisioneros políticos, especialmente aquellos considerados opositores al régimen nazi. Por lo que el campo se diseñó como un triangulo, lo que permitía la vigilancia constante de los prisioneros y además tenían una separación según categorías.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Sachsenhausen experimentó una expansión significativa para acomodar a un número creciente de prisioneros de guerra, judíos, homosexuales y otros grupos. Las condiciones de vida en el campo eran extremadamente precarias, con malnutrición, abusos y trabajos forzados que llevaban a la muerte a miles de prisioneros.
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Visita a Sachsenhausen
Hoy en día, luego de poner fin a los homicidios en el centro en 1945, Sachsenhausen se convirtió en un memorial y museo que recuerda a las víctimas y documenta los crímenes cometidos durante ese período de la historia.
Lo primero de la visita fue atravesar la puerta de entrada con el título "Arbeit macht frei" (El trabajo te hará libre), para luego conocer un amplio y gris campo. A los costados se encontraban algunas casetas donde los prisioneros dormían.
Las enormes estructuras albergaban literas que originalmente estaban destinadas a un solo ocupante, pero con el transcurso del tiempo y la cantidad de prisioneros, debían compartir entre dos o más personas hacinadas en cada colchón. Una cama solitaria al principio de la sala era el sitio donde descansaba el prisionero que se ofrecía a informar sobre los acontecimientos internos.
Los baños solo se podían utilizar durante la mañana y la tarde luego de terminar su turno de trabajo, por solo un par de minutos. En caso de que algunos reclusos cayeran, estuvieran enfermos, debilitados o mayores eran pisoteados por los demás.
El museo, entre otras manifestaciones de crueldad, exhibe los desgastados pijamas que los prisioneros se veían obligados a usar durante todo el año, sin la posibilidad de abrigarse adecuadamente incluso en los crudos inviernos.
El recorrido culminó frente a los imponentes monumentos que conmemoran las muertes y tragedias vividas en Sachsenhausen. El primer monumento se encuentra en el mismo lugar donde debían quemar a las víctimas fallecidas por diversas razones y debían ser llevadas por otros prisioneros.
Sin duda un punto de reflexión, donde para ser sinceros se siente la soledad y tristeza del lugar, más cuando conoces el destino y la gran cantidad de personas que murieron producto de una ideología marcada por la guerra.
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