Concepción, ciudad de lagunas
Cuando se generó el traslado de Concepción, entre 1751 y 1765, a raíz del terremoto y maremoto que le afectó cuando estaba situada en el valle de Penco, uno de los principales elementos que complicó a los vecinos fue la humedad del suelo y la presencia de lagunas. Eran nueve: Los Negros, Gavilán, las dos lagunas del cerro Chepe, Redonda, Las Tres Pascualas, Lo Galindo, Lo Custodio y Lo Méndez, que eran acompañadas de esteros que nacían desde el cerro Caracol, los que eran aprovechados para abastecimiento de agua. Rodeada de dos ríos, el Biobío y el Andalién, además del estero Nonguén, la ciudad quedó asentada en un paleocauce, es decir, tierras por donde alguna vez pasó el río Biobío hasta que hace unos 10.000 años un enorme tapón de arenas negras procedentes desde la laguna del Laja taponó un antiguo delta que se formaba entre el Biobío y la bahía de Concepción.
La ciudad trasladada no incorporó las lagunas a su casco urbano de inmediato, estaban en la periferia, pues eran consideradas espacios insalubres, causantes de enfermedades y muerte. Pero el crecimiento urbano de fines del siglo XIX e inicios del XX hizo que ello fuera inevitable. Cuatro lagunas desaparecieron en este proceso: las dos bajo el cerro Chepe; Gavilán, ubicada a un costado del cerro del mismo nombre (hoy cerro Amarillo), y Los Negros, cerca de la anterior, que fueron desecadas y rellenadas para dar paso a nuevas calles y poblaciones. Sobrevivieron a esta expansión urbana cinco. Redonda, rodeada de poblaciones como Lorenzo Arenas y Marina de Chile; Lo Méndez, a los pies del cerro Chacabuco, y que está rodeada por sectores poblados, y Lo Galindo, cercana a la anterior y a los pies del cerro homónimo, la que cuenta aún con áreas verdes y matorrales que paulatinamente han sido ocupados por poblaciones como villa CAP y John Kennedy. También es popularmente conocida como la “laguna de los monos”, por las esculturas del artista Carlos Fernández (1994). A la laguna Lo Custodio, por su parte, la rodea el sector Teniente Merino, y una serie de calles que han dejado espacio a una pequeña área verde. Las Tres Pascualas es una de las más grandes con casi 59.000 m2, ha acogido sectores poblados en sus riberas desde fines del siglo XIX (barrio Condell), clubes deportivos y últimamente bloques de edificios, además del hermoso campus que lleva su nombre, perteneciente a la Universidad San Sebastián.
Ocupados como basurales o destino de desechos naturales, solo desde fines de la década de 1990 comenzaron a ser vistos como unidades que bien pueden convivir con los vecinos de Concepción. Al igual que los humedales, estos cuerpos lacustres son esponjas naturales ante lluvias impetuosas, lo que impide inundaciones, pero como han ido desapareciendo, se han generado problemas importantes en temporadas de lluvias intensas. Asimismo, su triste destino original, de ser basurales, dio paso a la existencia de parques y áreas verdes protegidas. Todas las aquí mencionadas cuentan con una, como una forma de equilibrar la presencia humana en zonas que han sufrido contaminación y eutroficación como consecuencia de ello. Hoy nuestro gran desafío es mantenerlas incorporadas a nuestra cotidianeidad y cuidarlas como parte del espacio urbano, evitando su extinción en la medida de lo posible.
Las cinco lagunas sobrevivientes, hoy rodeadas de calles, avenidas, poblaciones, centros de estudios y condominios, son verdaderas joyas del pasado. No sólo son parte de un hermoso paisaje, o un espacio de esparcimiento familiar, sino también acogen aves migratorias y locales, además del ya mencionado papel que juegan ante las lluvias al absorber los excesos de agua que pudieran perjudicarnos a nosotros, los mismos que hemos sido amenaza a su existencia.