La Convención: El invitado “cacho”
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La Convención: El invitado “cacho”


Por Redacción Sabes | 13 Septiembre 2021 17:53
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En Chile, más de la mitad de los trabajadores y trabajadoras gana menos de $350.000 al mes y el 50% de quienes reciben una pensión obtiene menos de $170.000 (CASEN 2017).

En base a estos datos, la tasa oficial de pobreza monetaria por ingresos es del 8,6%. Y al llevar el dato a la “pobreza laboral”, es decir, considerando ingresos y pensiones bajas, se supera con creces el indicador oficial ya que la pobreza pasa del mencionado 8,6% a un increíble 29.4%, casi un tercio de la población, el que queda oculto por dos factores: aumento de ingresos derivados de subsidios - sobre todo en este periodo - y por el uso de alquiler imputado. La situación más grave la viven los adultos mayores, donde el indicador de pobreza llega a un 40% del total.

Los retiros de fondos de pensión y las ayudas del IFE han permitido mitigar temporalmente las dificultades de la pandemia, pero son herramientas transitorias merced de un Estado débil, y que cuando terminen, dejarán caer una durísima realidad socioeconómica.

Esto confirma que los ingresos del trabajo y pensiones no permiten que las personas puedan superar la pobreza, cifra cercana a los 5 millones de personas se encontraban en esta condición antes de la crisis sanitaria, social y política que vive nuestro país (Fundación SOL).

Por otro lado, existe la denomina “clase media”, al que el 70% de los chilenos y chilenas cree pertenecer, y digo “cree”, ya que al considerar los factores de ocupación, nivel de ingresos (entre $600.000 y $2.000.000 de pesos por hogar), el nivel de consumo o de educación, solo un 30% de la población tiene estas características.

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Los estudios demuestran que más de la mitad de quienes se consideran clase media, en realidad pertenecen en una minoría a grupos acomodados, quedando la mayoría en los grupos de más bajos ingresos.

Ciertamente en una sociedad donde el dinero define el segmento social, las familias de la clase media chilena ante la actual crisis, están pasando a una situación muy grave mitigada por subsidios y retiros de fondos de pensión. Su movilidad social esta garantizada hacia abajo, engrosando el segmento de mayor vulnerabilidad, con una amenaza real de que al final de esta crisis, tengamos solo ricos y pobres.

El multimillonario Warren Buffett afirmó “hay una lucha de clases y los ricos, la estamos ganando”. Con esta brutalidad quiero hacer presente que la riqueza en Chile no está acumulada en la parte media de la pirámide social, sino solo en su cúspide.

El mundo de los súper ricos es muy ajeno a nuestra clase media criolla; es muy difícil pensar que alguien que paga el dividendo de su casa a 30 años o que va al supermercado a comprar comida con tarjeta de crédito, pueda sentir algún grado de cercanía, identificación o pertenencia con este pequeño grupo de millonarios. Lo cierto es que la condición de vulnerabilidad de la clase media pone (casi) en el mismo segmento a buena parte de la población de nuestro país.

Entonces ¿Quiénes son los ricos? Según los datos de CreditSuisse y Bolton ConsultinGrup, existen dos grupos que concentran la riqueza nacional, el primer grupo, de 5.700 individuos que ostenta un patrimonio de 5 a 100 millones de dólares cada uno, concentrando en total US$120.000 millones y que son considerados como “ricos”.

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Y un segundo grupo, de solo 140 individuos que poseen más de US$100 millones cada uno y cuyas fortunas superan los US$150.000 millones. Estos son los “súper ricos” de Chile.

Ambos grupos suman 5.840 individuos que en total poseen una fortuna de US$270.000 millones, la que representa el 32% de la fortuna total de nuestro país. El resto de la riqueza nacional la tenemos los casi 19.000.000 de chilenos y chilenas que deberíamos sentirnos parte de una misma clase, la abusada, la postergada y la que pagará los costos de esta crisis, porque la desigualdad es tan brutal en esta delgada y angosta franja de tierra, que se cumple lo advertido por Joseph E. Stiglitz en su libro “La Gran Brecha”, donde afirma que el 1% más rico tiene tanto patrimonio como todo el 99% restante.

¿Es justo entonces que los ricos y súper ricos deban contribuir más que los demás para superar la crisis?

Mi respuesta es sí, pero por obligación (impuestos) y no por caridad. Debe existir la necesaria reciprocidad que reponga mínimos equilibrios al desbalance generado por la acumulación obscena de riqueza del modelo, por medio de un impuesto al patrimonio llamado por los medios como “impuesto a los súper ricos”, iniciativa que tuvo un duro revés en el Congreso y que pasó de ser un debate de impuestos, a un debate sobre exenciones y donaciones de caridad gracias a la intervención del gobierno, y que hoy acumula polvo en las comisiones del Senado.

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