Empoderamiento de la mujer, ciudadanía, y acción colectiva
Una de las cosas más gratificantes de trabajar con mujeres en los territorios, es conocer de primera mano y su propio testimonio las trayectorias que viven para empoderarse y el impacto que la acción colectiva tiene en este proceso. En mi rol como educadora socio-comunitaria, son las experiencias de las mujeres de los barrios, campamentos, organizaciones funcionales y comunidades quienes aportan a mi perspectiva.
Hace unos días, tuve la bella oportunidad de conversar con algunas mujeres dirigentas de Talcahuano en torno a las preguntas: ¿Cómo nos empoderamos? y ¿Qué necesitamos para ello? Comparto algunas de las conclusiones de esta productiva jornada de aprendizaje mutuo.
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Quiero comenzar definiendo qué es el empoderamiento. El empoderamiento femenino es el proceso o conjunto de procesos que permiten el incremento de la participación transversal de las mujeres en todos los aspectos de su vida personal y social. Por lo tanto, tiene una relación directa con el fortalecimiento de la ciudadanía de las mujeres.
A menudo, escuchamos que “el que quiere puede” - como si bastara sólo con desearlo- y que la solución a los problemas sociales depende de la acción individual, como si los seres humanos estuviésemos disociados de nuestros contextos. A las mujeres nos dicen que “nos empoderemos”, como si decirlo tuviese un efecto mágico, sin considerar el impacto que las redes de apoyo, movilización y aprendizaje tienen en hacer esto posible. Incluso, se pretende que mujeres en clara situación de desventaja, minorización y marginación social, “se empoderen” obviando deliberadamente que factores como la clase, el ingreso, el nivel de estudios, la geografía, la etnia o raza, la maternidad, la privación de libertad, la edad, la precariedad laboral o económica, la situación migratoria, juegan un rol en hacerlo más o menos posible.
En la actualidad, el gobierno, la sociedad civil y la empresa privada llevan a cabo iniciativas para empoderar a las mujeres, es decir, activar el desarrollo de capacidades para aumentar su participación y generar cambios beneficiosos en materia de igualdad en el contexto individual y social. Pero no basta con lo que el gobierno o el municipio hagan, sino hay un cambio de actitud en el entorno directo de las mujeres respecto a una mayor autonomía y vinculación con el espacio público de parte de ellas. La ciudadanía de las mujeres comienza en la intimidad del hogar. Como decía Julieta Kirkwood, investigadora y activista chilena: “Democracia en el país, en la casa y en la calle”.
Una de ellas compartió una reflexión clarificadora:
“Para ser dirigenta social y participar, una necesita coordinarse con el esposo, con la familia, para salir tranquila y concentrarse en hacer cosas por el barrio. Para mi es importante saber que mis hijos y mi marido están felices con lo que yo hago, que me apoyen, que se hagan cargo de la casa cuando yo no estoy. Una se realiza en la medida que otros también colaboran con esa realización”.
El empoderamiento se encuentra estrechamente relacionado con la participación social; el ejercicio de la ciudadanía integral, que no debe confundirse con la pasividad de las personas en la recepción de un servicio o la presencia como meros espectadores de la gestión pública. La participación significa que las mujeres lleguen a ser agentes de cambio que tomen parte en las decisiones para definir prioridades, planificar soluciones y demandar rendición de cuentas respecto a las materias que influyen en su calidad de vida. Esto implica escuchar sus opiniones y valorar sus saberes con la misma relevancia que se toman las opiniones y conocimientos de académicos, profesionales o tecnócratas.
Una de las participantes dijo:
“No me gusta estar siempre de público en las actividades de la municipalidad o que nos inviten siempre a los mismos talleres laborales. Me gustaría que nos invitaran a dar opinión. En mis años en la Junta de Vecinos he aprendido mucho sobre trabajar con la comunidad y eso yo también lo puedo compartir con otras personas de la comuna.”
En conclusión: ¿Cómo se empoderan y qué necesitan las mujeres en los territorios para empoderarse?
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Empoderar a las mujeres requiere de la acción colectiva e iniciativas externas que incidan en el nivel individual, social y gubernamental.
Tomar en cuenta el rol que la familia y la participación de los hijos y la pareja en las labores domésticas, tiene en facilitar la participación social de las mujeres.
Educar a la comunidad sobre la importancia del empoderamiento de las mujeres a nivel personal y colectivo, para que esto sea visto como un proceso positivo y no desde una visión machista.
Redes sólidas dentro de la comunidad para incrementar la acción colectiva en la inclusión y el sentido de pertenencia.
Desarrollo y construcción de capacidades para la ciudadanía integral y la participación social
Políticas de apoyo de la participación activa de las mujeres en la esfera pública y su rol como co-gestoras en la planificación de estrategias que mejoren la vida y la toma de decisiones, lo que facilita, además, la adquisición de habilidades para relacionarse con el municipio, el gobierno regional y otros estamentos públicos, obtener recursos disponibles y defender los derechos que les corresponden como ciudadanas.
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