La “pacificación” de la Araucanía, una falsificación histórica
La historia es un campo de batalla que muestra a sus soldados de vez en vez, defendiendo sus mártires, discursos y “verdades”. Son antagónicas posiciones que se sustentan en la tensión sociocultural entre ambas que se definen en el conflicto, pero hay verdades que van más allá de títulos y conceptos hegemónicos.
Y es así que como Wallmapu, Araucanía, mapuche o Araucanos se transforman en símbolos inequívocos de dos realidades cohabitantes de un espacio en conflicto. Estos conceptos son un equilibrio armonioso y virtuoso construido desde Abya Yala o Precolombino hasta Chile, en más de 500 años de relaciones han sido reflejado desde la política de los parlamentos acontecidos como también en la literatura épica clásica, que educó desde el honor y el valor de las primeras naciones, asombrándose de sus virtudes éticas como físicas.
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Esta forma de relacionarnos desde la llegada del Imperio Español a Abya Yala, conocido a posterior como América, ha sido en base a un intercambio continuo, de confianzas ocultas e interés en tensión, es decir, hemos estado en una relación donde no dialogamos, sino que estamos en un eterno tira y afloja de verdades, realidades y emociones, es decir, una negociación
Así avanzamos como sociedad, cimentando esta relación dual en base a emociones -Miedo, Respeto y Curiosidad- que crean estados de avance en las relaciones en esta historia, hasta que claramente estas bases son socavados por agentes destructores de los equilibrios armónicos y virtuosos del Wallmapu, desde los tinterillos y especuladores del siglo XIX hasta los portadores de discursos racistas del siglo XXI.
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En relación a la historia del pueblo mapuche, se nos conjugan tres conceptos a lo largo del estudio del problema que definiremos a la luz de la Real Academia Española (RAE). Así entenderemos “ocupación” como la permanencia en un territorio de ejércitos de otro Estado que, sin anexionarse aquel, interviene en su vida pública y la dirige. Por otro lado se utilizará el concepto de “dominación” entendiéndolo como la capacidad que tiene un grupo sobre un territorio quien ejerce la soberanía, coartando la capacidad individual de los dominados. Finalmente, entenderemos “pacificación” como el establecimiento de la paz donde había guerra o discordia, reconciliar a quienes están opuestos o discordes, tratar de asentar paces, pidiéndole o deseándolas. Por ende hasta fines del s.XIX hablaremos de ocupación de la Araucanía, ya que el dominio de los territorios no se dio sólo en la esfera militar, sino que mediante utilización de medios de control cultural, social y económico.
Es obligación terminar con las apreciaciones que nos dividen la expresión de la memoria y construir una historia que se escriba desde la fraternidad y el respeto, donde los conflictos y las guerras no sean páginas de oro sino de vergüenza, ya que son el reflejo de la negación del diálogo. La caída de los héroes de bronce y el alzamiento de elementos identitarios interculturales es el reflejo de esta necesidad de construir un relato histórico que sea de todos los habitantes de este hermoso territorio y no solo de los vencedores del Estado-Nación.
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