Emergencia sanitaria y liderazgo femenino
Cada vez que se produce una situación de catástrofe, como esta emergencia sanitaria, las mujeres llevamos al límite nuestras capacidades para enfrentar las adversidades y desafíos que constantemente tocan nuestra puerta como sociedad.
Esta afirmación la planteo con el propósito de incorporar esta variable cada vez que se adopta una decisión en el contexto de pandemia Covid-19.
En nuestro país, y también en la región, hemos sido testigos de las decisiones que se han ido adoptando para evitar la propagación del virus. Una de ellas ha sido el confinamiento y la consecuente obligación de quedarnos en nuestras casas. Con ello comenzaron a surgir situaciones que hasta el momento habíamos hablado, pero no las habíamos vivenciado.
La primera fue la sobrecarga de responsabilidades que al interior del hogar tenemos que asumir, debido a que todos los integrantes de la familia se encuentran confinados. Lo anterior se produce porque las responsabilidades domésticas suelen realizarlas, en su mayoría, las mujeres, con escasa colaboración.
A lo anterior se suma que, en el caso de las mujeres que realizan un trabajo remunerado que puede desempeñarse en otro lugar, se implementaron medidas que favorecen el trabajo a distancia. Entonces la responsabilidad es doble, ya que es necesario combinar labores y cumplir en ambas por igual.
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Otra situación de estrés, la ocasiona tener que realizar tareas con hijos en edad escolar. Definitivamente, en este caso la situación se comienza a complejizar e incluso se torna muy difícil de sobrellevar.
Una agravante adicional se genera en aquellos casos en que el aislamiento, la distancia social y la restricción de la libertad de circulación, son motivo o causa de conducta agresiva hacia las mujeres. En este caso la situación definitivamente, se torna invivible.
Con este panorama, indiscutiblemente, el cansancio, el estrés y la preocupación sanitaria, son situaciones que afectan no sólo física, sino además, psicológicamente a las mujeres.
Pero eso no es todo, además la situación que vivimos afecta significativa y directamente la economía y el presupuesto de cada una de las familias de nuestra región. Por eso es que desde el Consejo Regional del Biobío, asumimos el desafío de actuar con sentido de urgencia y construimos un marco presupuestario de 7.500 millones de pesos que se sustenta en tres pilares; Salud, Fomento y Social.
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Estoy convencida que estos recursos contribuirán en el control de la pandemia desde lo preventivo y lo curativo y también a pasar este periodo de recesión económica que afecta a nuestra fuerza laboral a las micro y pequeñas empresas de la región y a nuestra fuerza emprendedora, en la cual hay muchas mujeres que son el soporte del hogar.
Desde el Consejo Regional seguiremos trabajando, para continuar acompañando a los habitantes de la región del Biobío en esta dura crisis y, por supuesto, en la definición de estrategia para reactivación económica.
Sacaremos lecciones y saldremos de esta pandemia. Confío que una vez que retomemos la “nueva normalidad” consideraremos las circunstancias que vivimos y en ese entonces buscaremos la manera de compensar el cansancio y recarga adicional que han debido enfrentar, particularmente las mujeres de la Región del Biobío en esta emergencia sanitaria.
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