La contienda sigue siendo desigual
Cuando piensas en el regreso a clases presenciales, ¿qué imaginas? Yo veo niños, niñas y adolescentes felices, abrazándose y poniéndose al día después de tanto tiempo sin verse. La rutina vuelve y comparten colaciones, juguetes y lápices, se retoman los pololeos por los pasillos y el clásico desorden antes de entrar a la sala. Pareciera el regreso de vacaciones.
Lamentablemente la realidad será otra. Estaremos con mascarilla, no podremos tocarnos ni sentarnos cerca. Nuestros colegios estarán llenos de indicaciones de distancia e higiene. No volveremos todos al mismo tiempo, sino que por turnos y con intervalos en casa. Pero al menos volveremos a estar juntos y de una u otra forma crearemos nuevas oportunidades de aprendizaje para nuestros estudiantes.
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El retorno se ve lejano, incierto y poco importante por ahora. Los contagios siguen aumentando en nuestra región y la tasa de desempleo crece con ellos. A esto se suma el hambre y nuestra salud mental, constantemente en angustia, miedo y estrés. La sala de clases se ve difusa, pero sabemos que volverá y debemos estar preparados para los desafíos que traiga. El futuro es incierto y la contienda es desigual... otra vez.
Si volvemos a educación, el cierre de escuelas y liceos ha generado un costo importante. No sólo en la alimentación y cuidado de nuestros estudiantes, sino en su aprendizaje. Como siempre, la brecha se verá marcada entre aquellos que en este tiempo tuvieron o no acceso a oportunidades para seguir estudiando, ya sea vía internet, el apoyo de sus familias u otros. Pero hay algunos que debido a este momento de crisis quizá tengan que dar un paso más allá y dejar su educación, sin tener la posibilidad si quiera de juntarse nuevamente con su comunidad escolar.
El Ministerio de Educación ya tiene este tema en su radar y así lo ha manifestado. El peligro es real y hay que actuar rápido para combatirlo. Desde nuestra experiencia, profesoras y profesores son los principales agentes capaces de generar un cambio en este sentido, desde su posición de cercanía con las y los alumnos. Son ellos quienes a través del vínculo con sus estudiantes pueden motivar y dar propósito, generar un espacio de confianza para hablar del tema y apoyar en la búsqueda por opciones que no sean dejar su educación.
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Aunque los docentes tienen un rol clave, no pueden solos. Hoy nuestras niñas, niños y adolescentes necesitan de una sociedad comprometida que les respalde y acompañe para perseverar en su educación. ¿Cómo hacemos para mantenerlos en las salas de clases?
Todo va a cambiar y no sabemos bien cómo será ese retorno o qué nuevos desafíos enfrentaremos, pero sí sabemos que queremos que estén todas y todos: la comunidad escolar completa con cada uno de las y los alumnos que dejaron sus salas de clases el pasado 13 de marzo. Puede que la contienda siga siendo desigual, pero nuestro compromiso con nuestras y nuestros estudiantes es todos los días y no pararemos hasta que cada uno reciba la educación de calidad que merece.
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