“82. Sangre, fútbol y quiebras. El soberbio camino al fracaso”: Hualpenino lanzó libro sobre periodo clave en Chile
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“82. Sangre, fútbol y quiebras. El soberbio camino al fracaso”: Hualpenino lanzó libro sobre periodo clave en Chile


Por Marcelo Ramírez | 23 Abril 2020 17:37
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Cristián Venegas Traverso, es un profesor, el cual ha escrito ya tres libros, siempre teniendo al fútbol como referente.

Oriundo de Hualpén, lleva ya diez años en Santiago y ahora estrenó su nuevo escrito, "82. Sangre, fútbol y quiebras. El soberbio camino al fracaso".

Es el resultado de cinco años de investigación en fuentes escritas y audiovisuales, sobre los intensos primeros años de la década de los ochenta.

Pretendiendo hacer primero un libro con la campaña de Chile en el Mundial del ’82, Venegas Traverso fue ampliando los temas hasta narrar el nacimiento de las AFP, la quiebra económica del país, los homicidios de Tucapel Jiménez y Frei Montalva, los escabrosos detalles de los crímenes de los psicópatas de Viña y la farándula festivalera.

Incluso en sus páginas se puede conocer una parte de la intervención chilena en la guerra de las Malvinas, el incendio de la Torre Santa María, o los detalles domésticos de la selección chilena, con Santibáñez y Caszely a la cabeza.

Sabes.cl conversó con el y en el día del libro quisimos dar a conocer su nuevo trabajo.

¿Qué te motivó a escribir el libro?

Uno creció con la imagen del penal perdido de Caszely, que aparece como la madre de todos los fracasos. Sentí que se había escrito muy poco sobre la campaña de Chile para ir al Mundial de España, que daba para un libro entero. Pero pasó que mientras avanzaba en la investigación me daba cuenta cuan necesario era hablar también del contexto chileno completo. Para entender al Guatón Santibáñez y su forma de ser, la de Caszely o la de Figueroa, había que meterse en la política patriotera, la soberbia económica, la siutiquería, y lo salvaje que eran los diarios en ese tiempo, que no tenían problemas en poner un cadáver en la portada de un diario o hablar de “niño mongólico” en una portada. Al final, el fútbol terminó siendo una parte de un libro que recorre lo político, lo farandulero, lo policial, lo económico de la época. Para mí fue sacarle una foto al periodo, desde la constitución del ’80 hasta la estatización de casi toda la banca en el ’83.

Varios preguntan si es un libro de fútbol. Y la verdad es que no. Es un libro sobre el Chile de principios de los ochenta, de un descalabro.

¿Por qué crees que los chilenos sufrimos una dura caída?

Para mí, hablar del fracaso en el mundial de España es igual a hablar de la ecatombe económica que se destapa casi al mismo tiempo que Caszely pierde en España, cuando Pinochet devalúa el peso. La devaluación se hace un día lunes con toda la atención de la gente en la participación de Chile en el mundial que partía cuatro días después.

En el futbol, Chile termina en el 22 de 24, después que jugadores, dirigentes y el Guatón Santibáñez aseguraban en los diarios que íbamos a llegar a semifinales o a la final, siempre amparándose en una eliminatoria que ganó invicta un año antes, sin goles en contra, pero ante Ecuador, que no era potencia, y un Paraguay venido a menos. Chile tenía un buen equipo, pero si hubiera jugado contra Brasil o contra Perú incluso, otra cosa hubiera pasado. Entonces, por ese logro, Santibáñez se creía el dueño de las recetas mágicas. Si hasta en el diario aparece dándole recetas a la Miss Chile para ser Miss Universo. Solo por obediencia no pauteó a Pinochet.

Para mí, la razón de la caída es la soberbia, que no es distinta a la de los Chicago Boys defensores hasta el final de un modelo económico que terminó con un cuarto del país en cesantía en el ‘83, o de los CNIs que acabaron con pena de muerte y que habían dinamitado en Calama a dos funcionarios del Banco del Estado, o de los carabineros bautizados como “los psicópatas de Viña”. Hasta quienes administraban la Torre Santa María, que decían que era el edificio mas seguro de Chile, y resultó que un trabajador apagó mal un cigarro, este agarró la alfombra y el neoprén, y hasta ahí quedó el edificio. Es la actitud de que eran indemnes a todo.

La soberbia del ministro de Hacienda De Castro fue terrible hasta el final. Nunca aceptó críticas o sus errores. Pinochet cachó en abril que la cosa iba mal, y simplemente lo cortó. Se podría decir, guardando proporciones, que cierto ministro de Salud tiene “cositas” de De Castro.

¿Como fluyeron las cosas para que se produjera esa caída?

En el fútbol, aprovechándose de un dólar barato se gastó una plata desproporcionada en la preparación de la Selección, mientras los clubes hacían rifas y colectas para subsistir. El problema vino después. Cuando terminó el mundial, la mayoría había contratado jugadores en dólares y con la devaluación del peso, no tenían como pagarles. De un momento a otro esa deuda de un dólar a 39 pesos, pasó a 46 pesos, y subiendo. Lo mismo pasó con la gente común. Se volvió loca comprando, pero todo importado, sepultando la industria nacional, que estaba en manos de empresarios que fabricaban cosas de verdad, no como los empresarios tipo chicagos que generaban empresas de papel para especular con plata prestada más encima.

Había un aire muy triunfalista en la gente. Eso es obvio cuando no hay experiencia en el triunfo.

Para prepararse para el mundial, Chile enfrentó a equipos de segunda línea, salvo Perú que estaba clasificado al mundial. El resto, solo amistosos con clubes extranjeros y con selecciones de segundo orden. Mientras Austria o Alemania jugaba con otros clasificados, Chile lo hacía con Defensor Sporting de Uruguay o el humilde RWD de Bélgica. En eso hubo mala gestión de la ACF, y también que nadie quería venir a Chile, ni tampoco querían recibirlos en Europa, para no arriesgarse con algún atentado.

A pesar de los malos partidos previos, Santibáñez y los jugadores insistían que en España las cosas iban a ser diferentes. Me parece que genuinamente pensaban eso. Se les nubló la mente. Cuando llegaron a España, se dieron cuenta que los demás equipos eran veloces, y ellos estaban físicamente muy mal preparados, varios con sobrepeso. Ni en Santiago ni en Oviedo la comida era vista por alguien que supiera de alimentación deportiva. En el libro hablo hasta del menú, solo para mostrar lo “provinciano” de todo.

Y Santibáñez no llevó a los mejores jugadores a España. Llevó a los clasificaron en junio del ’81. Pero un año después, no eran los mas aptos. Al Guatón le dio con no llevar a Merello que despuntaba a nivel continental con Cobreloa. Fue porfiado hasta el final.

¿Influyen esas malas decisiones también hoy en día?

El ’82 está presente más que nunca hoy, pero no sé si es así en el fútbol. Ni los jugadores ni la dirigencia es la misma de antes. Quizás es mas transparente, y los futbolistas al jugar en Europa tienen otro concepto de todo. En el ’82, con suerte vieron un par de partidos con Argelia, o sabían lo que era ser un profesional del fútbol. El ’82 dejó enseñanzas, pocas, pero las dejó.

Pero en el contexto social y económico chileno, basta con decir “AFP” para decirlo todo. Que hay cosas que se mantienen a pesar de todo. El ’82 persiste, en la estructura.

¿Como se encuentra tu libro?

Desde febrero está en la mayoría de las librerías del país. Pero dada la contingencia se puede adquirir con descuento en la página de la editorial ( www.editorialforja.cl ) , y en Amazon.

¿Por qué las personas deberían leerlo?

Es una buena manera de entender la lógica que nos rige actualmente en términos sociales y económicos. Puede que la cotidianidad haya cambiado, pero la estructura es casi la misma.

Una lógica de sociedad industrial, vertical y jerárquica, con un visión negativa de lo político y de la sensibilidad social. También siútica y algo arribista; con la “plata dulce” la gente se puso a gastar mucho para subir de pelo y demostrar el ascenso social. Sin embargo, en este periodo se instala la identidad del “chileno solidario”, gracias a la Teletón, que quizás no sea así en el día a día, pero aparece en el discurso. También aparece la accesibilidad a la educación, sobre todo la superior.

También nos sirve para entender a nuestros papás. Muchos de ellos se comieron este periodo con veintitantos años. Escribiendo “82” pude comprender su pensamiento, por qué valoran tanto cierto cosas que a los más jóvenes nos da igual, cómo ven a la familia, hasta sus chistes.

“82” está escrito para generar emociones, por eso utiliza el lenguaje del momento, relata los asesinatos en forma cruda, la economía y vida social en forma humorística, y lo futbolero en términos pesimistas. Es un libro preparado seriamente, con una investigación profunda, pero presentado en forma amable.

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