¡Hagamos que valga la pena!
Fotografía: Fotografía: cedida

¡Hagamos que valga la pena!


Por Redacción Sabes | 20 Abril 2020 00:34
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Ya van varias semanas desde que estamos en casa, cada uno por diversas razones y cada familia en diferentes condiciones. Ésta pandemia nos ha revelado una vez más las diferencias entre poder hacer o no cuarentena en casa, con un trabajo que permita tele-trabajar, mientras tantos otros no pueden vivir ese beneficio, ya sea por la naturaleza del trabajo, por el rol que cumplen en la sociedad, o porque simplemente ya no cuentan con uno. Al parecer, si nos comparamos unos con otros, las diferencias se siguen incrementando entre nosotros. Y aunque pareciera que sí depende del grado de comodidades y del bienestar en el que cada uno de nosotros se encuentra viviendo ésta experiencia, no es tan así. Porque ésta crisis en realidad es una experiencia que pone a prueba nuestro nivel de conciencia.

Desde hace fines del 2019 en nuestro país, vemos cómo la distribución de los recursos y al mismo tiempo precariedad y pobreza, generan abismos entre las condiciones y calidad de vida que tenemos. No cabe duda que estamos en deuda con la dignidad y las oportunidades a las que todos debiésemos poder optar. Pero a partir de ésta otra crisis, se ha abierto una herida que aparentemente todos tenemos más o menos abierta. Me refiero a una dimensión que en algunas personas ha reflejado otro tipo de riqueza y de pobreza, una un tanto más compleja de enfrentar: una crisis de vacío existencial.

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Creo no conocer a alguien que no se haya burlado de la sección de crecimiento personal de las librerías, o quién no ha sentido algo de pudor al comentar el título de su libro de cabecera. Sin embargo, ese músculo invisible que muchos y muchas han venido desarrollando como alternativa al psicólogo, simplemente por interés o por gusto, parece que hoy está marcando una leve ventaja por sobre el resto.

Qué esperanzas teníamos de que el 40% de la población mundial se cuestionara siquiera ¿qué hemos hecho con nuestras vidas? O ¿A qué le hemos dedicado todo el tiempo disponible? ¿En qué hemos estado perdiendo tanto tiempo? Para ser sincera, muchos estábamos esperando un cambio de rumbo, qué algo pasara y que nos hiciera “atinar”. Y bueno ¿Quién iba a pensar que sería una Pandemia?

Tener que estar obligadamente en nuestras casas, encerrados varios días y semanas para darnos cuenta todo lo que nos cuesta lidiar con nosotros mismos o con nuestra pareja, con nuestros hijos y con el presente en general. Bueno, detengámonos y tratemos de entender ¿Por qué? ¿Existe algo que quiero cambiar? ¿Soy sinceramente feliz? ¿Qué es lo que he estado tratando de alcanzar todo éste tiempo?

Pretender que la cuarentena pase rápido, obsesionarnos con volver a la “normalidad” o idealizar la vida sin restricciones de distanciamiento, a mi parecer es no haber entendido nada. Si no comprendemos el mensaje que esta oportunidad significa para cada uno de nosotros, es farrearse la oportunidad que nos entrega éste último siglo de dar un salto en la calidad de seres humanos que hemos sido hasta ahora.

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Por primera vez en cientos de años el planeta tiene un respiro por parte de nosotros. ¿No te parece que hacernos preguntas –hoy- es mucho más valioso que buscar respuestas? ¿Cómo será nuestra mejor versión desde hoy en adelante?

El futuro no existe, la vida se está desarrollando momento a momento, o dicho de otro modo: hoy soy mi futuro.

Éste Covid, no es nuestro mayor enemigo. Al contrario, a pesar de las circunstancias podríamos encontrar, cada uno y una de nosotros tantas razones como podamos para agradecer. Si encuentras por lo menos 3 razones que te permitan darle un sentido en tu vida a ésta pandemia, te aseguro que podrás transitar la experiencia un poco más reconciliado con la experiencia, lo que por lo bajo aumentará tus defensas.

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