La odisea de una madre de niña con cáncer para ir al supermercado en Concepción y no encontrar empatía
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La odisea de una madre de niña con cáncer para ir al supermercado en Concepción y no encontrar empatía


Por Redacción Sabes | 11 Abril 2020 16:35
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Valentina Ibáñez (31) es madre de una pequeña de cinco años. Sus vidas cambiaron radicalmente el 3 de julio de 2018 cuando a la niña le diagnosticaron leucemia.

La condición oncológica de su hija la convierte inmediatamente en cuidadora de una persona inmunodeprimida, una situación crítica en tiempos de pandemia, ya que permanentemente un paciente con cáncer, sin peligro de coronavirus, igual debe lidiar con evitar más de 60 enfermedades.

Desde que en Chile se encuentra activa la alerta sanitaria por Covid-19, a la ya difícil misión de luchar por vivir, se suman las labores cotidianas de una familia, una de ellas es ir al supermercado.

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Ibáñez cuenta a Sabes.cl que “cuando voy al supermercado es bien agotador en estos tiempos, no voy con aros ni anillos, me coloco el traje, doble guante, mascarillas, antiparras, llevo paños con cloro, tomo el carro, lo sanitizo, lo limpio, no llevo ninguna bolsa para no contaminar las bolsas al momento de entrar al supermercado”.

“Trato de estar muy distante de todas las personas, el problema es que la gente no entiende que tienen que tener distancia entre uno y otro, entonces, es súper difícil, tuve que llegar a colocarme un letrero de mantener por favor su distancia, ya que mi hija tiene cáncer, porque cuando uno hace la fila, ellos, al momento de colocar las cosas en la caja, se ponen al lado, no respetan el metro de distancia”, agregó.

Valentina así sale para ir al supermercado.

Eso es sólo el inicio. “Cuando compro trato de sacar todo lo que sea leches, tallarines, fideos, arroz, que estén lo menos manipulado posible, al momento de pagar, saco la tarjeta pero me saco los guantes, me pongo alcohol gel, me pongo un guante nuevo y ahí saco la tarjeta, pago, guardo la tarjeta, me saco nuevamente el guante y me pongo guantes nuevos, porque la máquina puede estar contaminada”, siguió.

Seguramente usted en todo ese tiempo ya embolsó, pagó y se fue, sin embargo la odisea continúa. “Al momento de llegar al auto, yo limpio todas las cosas con paños con cloro para que no entren al auto contaminado, y antes de abrir el auto nuevamente me saco los guantes para no tocar las cosas con los guantes que yo ya he manipulado. Me coloco alcohol gel, otros guantes nuevos y ahí limpio todas las cosas y las coloco en el auto. De ahí me saco el traje, lo elimino, lo coloco en una bolsa, me saco todas las cosas y ahí recién me puedo subir al auto”, prosiguió.

Para una persona que no vive esta realidad, puede sonar exagerado, sin embargo eso no es todo. “Cuando llego a la casa me saco los zapatos y me voy directo a la ducha, me baño y ahí recién vuelvo a limpiar las cosas con paños con cloro. La fruta y la verdura todo lo lavo”.

No son consideradas como prioridad

Las denominadas oncomamás regularmente cumplen con este protocolo por la salud de sus hijos, pues son pacientes de alto riesgo, ya que debido a las quimioterapias su sistema inmune está deprimido y una infección, cualquiera sea que padezcan sus hijos, coronavirus o no, puede ser letal.

Valentina cuenta a Sabes.cl un episodio que la marcó y que busca, al contar esta historia, un acto de empatía y solidaridad por parte de la gente y los dueños de supermercados en general.

Esto ocurrió el pasado 5 de abril -antes de decidir ponerse traje y cartel-: “En local Jumbo Costanera, el otro día quise entrar en el horario de adultos mayores, para no encontrarme con tanta gente, y el guardia me explicaba que no podía dejarme pasar porque son órdenes que ellos tiene como política Jumbo. Aún así le mostré mi certificado, le expliqué, y que por favor me dejara pasar (…) es su trabajo, lo entiendo, no me dejó pasar”, señaló Ibáñez.

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Tuvo que hacer la fila. “Cuando compré me acerqué a hacer un sugerencia y cuando estaba anotando se acerca una encargada de Jumbo y me dice que ella es quien lo lee y que le comentara mi sugerencia, reclamo o qué problema había tenido”.

“Le comenté mi situación y lo que había pasado con el guardia y que ellos como empresa deberían tener un horario o por último ser más flexibles con las personas que somos cuidadoras o inmunodeprimidas, ya que tienen mayor riesgo a contraer esta enfermedad y su respuesta fue que ellos simplemente seguían las indicaciones que les había dado el Gobierno”, contó la oncomamá.

Su respuesta no esperó: “eso no tiene nada que ver con el Gobierno, si ustedes no son empáticos con sus clientes ¿quién? Es cosa de empatía, criterio con el cliente, con las personas que tienen cáncer”.

El aprovechamiento de las mascarillas

Otra situación que les preocupa es el explosivo aumento de los precios en materiales de seguridad. Por obligación las oncomamás deben disponer de guantes de procedimiento quirúrgico para suministrar quimioterapia, y mascarillas, las famosas N95.

Ibañez dijo que “no hay mascarillas y las que hay lamentablemente las están vendiendo a un precio que no es accesible para todos, es imposible: una N95 antes costaba $1000 a $1200 pesos, ahora la están vendiendo sobre $7.000. La caja de 20 costaba entre $25.000 a $27.000, ahora la venden a $140.000 pesos”.

A raíz de esta situación, la agrupación Oncomamás está haciendo una campaña para reunir fondos y poder comprar estas mascarillas para sus hijos.

El último registro disponible en el Ministerio de Salud, da cuenta que en Chile en 2018 hubo más 53.000 nuevos casos de personas que padecen un tipo de cáncer.

“Me gustaría hacerle un llamado a todos, si conocen a alguien que tiene cáncer, porque lamentablemente no creo que todos tengan a alguien que pueda ir al supermercado; apoyarlo, ayudarlo e ir a hacerle las compras, para que esa persona no se exponga. También, que todos sean un poco más conscientes, empáticos y seamos considerados legalmente como un grupo de alto riesgo”, culminó.

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