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- Las pensiones son un tema complejo. No existen soluciones mágicas, ni tampoco por referirse a ella en un texto constitucional tendremos mejores pensiones.
El proyecto de ley enviado por el oficialismo intenta, en alguna medida, palear deficiencias que saltan a la vista en la materia. Era un hecho de público conocimiento, que las pensiones en Chile no estaban dando el ancho.
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Hay varios factores determinantes: lagunas previsionales, densidad de cotización (cuanto tiempo y por cuanto se cotizó), esperanza de vida, años de vida pasiva sin cotizar, estado ocupacional, informalidad laboral, nivel de ingreso o sueldo, etc. Por ello, se requería un ajuste importante en el pilar contributivo, o bien, quienes actualmente están cotizando.
El proyecto presentado decide aumentar en un 6% la cotización con cargo al empleador. Un 3% sería destinado a cuenta de ahorro individual y un 3% a reparto. Ambos serán administrados por el CASS (Consejo de Administración de Seguros Sociales) popularmente conocido como “el ente”.
El aumento a cuenta individual es un acierto, aunque insuficiente según la propia opinión pública medida por encuesta Cadem (51% a favor de que el 6% extra de cotización ingrese íntegramente a cuenta individual).
Hay tres cosas que hacen ruido. Uno, el rol y la configuración del CASS. Dos, el error de creer ingenuamente que optar por hacer carne una mixtura con reparto, muy similar al proyecto del gobierno anterior, haría que la oposición endose los votos.
Cuestión que recibió un portazo de la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados, e hizo caer al gobierno en su propia trampa. Simplemente hay una oposición que no quiere sentarse a dialogar y solo busca imponer su agenda, aprovechándose de la frágil gobernabilidad de La Moneda.
Tres, no tener en consideración riesgos que implica abrir la puerta a un sistema de reparto financiado con cotización de los trabajadores y no, a lo menos, con impuestos o rentas generales. Esto último morigeraría los efectos negativos.
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El economista Klaus Schmidt Hebbel en su libro “De la tragedia griega a los tiempos mejores” señala con claridad sobre el reparto “la tasa de retorno bajo reparto disminuye en el tiempo aún más, a medida que los pensionados aumentan en relación con los trabajadores aportantes… los riesgos de retorno del reparto (que son políticos y fiscales) son a menudo mayores que los riesgos de los retornos de mercado de la capitalización”.
Es decir, el fenómeno de la pirámide invertida de nuestra población pasará la cuenta más temprano que tarde.
Por otro lado, no estamos exentos de la tentación de un gobernante de turno irresponsable. De meter la mano en el bolsillo de los pensionados expropiando los fondos con algún fin noble (la reconstrucción de un terremoto, por ejemplo).
Esto último ya ocurrió al otro lado de la cordillera con el ex presidente Néstor Kirchner, el dinero se perdió en coimas y corrupción, no fue a los pensionados.
Quedan serias dudas del acontecer previsional del país. Un proyecto que tendrá constantemente murallas al frente y que carga con errores ideológicos, técnicos y de viabilidad política.
Como diría Gustavo Cerati “no hay garantías”.
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