La libertad de expresión comprende el derecho de emitir opinión e informarsin censura previa y a través de cualquier medio de comunicación. Es un derechofundamental y elemento sustancial en un Estado de Derecho, pues permitegarantizar el pluralismo político, propio de toda sociedad democrática.
Pero, como todo derecho fundamental, la libertad de expresión no es absoluta. En efecto, tanto la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como la propia Constitución Política de la República, reconocen límites a su ejercicio, los que se manifiestan en el establecimiento de responsabilidades ulteriores fundadas en el respeto a los derechos o reputación de los demás, la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o moral públicas.
Sin embargo, se olvidan de estos límites aquellos que, invocando el derechoa la libertad de expresión, denuncian en redes sociales una serie de hechos dediversa índole, por medio de la publicación de fotografías o videos que luegoinvitan a compartir, viralizándose la imagen en cosa de segundos. Estemalentendido ejercicio de la libertad de expresión, conocido vulgarmente como“funa”, importa una suerte de autotutela que colisiona normalmente con derechostales como la honra, la vida privada, el debido proceso, la presunción deinocencia, la integridad psíquica del afectado, entre otros.
En el último tiempo hemos sido testigos de cómo, con cierto grado dehabitualidad, se han ido desarrollando otro tipo de funas, caracterizadas porel uso de la fuerza o amenaza en contra de sus víctimas. Así, intendentes,jueces, alcaldes, y diputados de la República han sido públicamente funados enteatros, plazas, centros comerciales, aviones y restaurantes, por el solo hechode manifestar o defender una decisión o postura política diversa a la deaquellos sectores minoritarios y radicalizados que, arrogándose larepresentación de la voluntad popular y erigiéndola como una verdad absoluta noadmiten ni respetan las opiniones de los demás. Estos hechos constituyen unavulneración flagrante a la libertad de expresión que menoscaba las basesesenciales para una libre y legitima confrontación de ideas, necesaria en todasociedad democrática.
De esta forma, los mismos que abrazan la defensa de los derechos humanos como bandera de lucha, parecieran olvidar el tenor del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que prohíbe incitar a la violencia u otros actos similares, en contra de cualquier persona o grupo, estableciendo expresamente que nadie puede ser molestado a causa de sus opiniones.
La esencia de la democracia está en el diálogo político pacífico ytolerante, donde la defensa de las ideas, programas y propuestas se hace enbase a argumentos y no con amenazas o por la fuerza.
De cara a un plebiscito que definirá la suerte del proceso constituyente en nuestro país, resulta necesario recuperar y fortalecer el diálogo democrático, respetuoso de la diversidad de opiniones, tornándose imperioso que, desde todos los sectores políticos, sin exclusiones, se condenen estas prácticas y se defienda el derecho de toda persona a expresar legítimamente sus opciones y opiniones políticas, libremente y sin temor.
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