¿Hay luz al final del túnel?
La política está entrando seriamente en un revés. Se ha provocado un antes y después de lo ocurrido en los últimos meses en nuestro país. Aquello quedó graficado en la última encuesta CEP. No hay líder político que salga ileso, o bien, que capitalice parte de lo sucedido en su currículum.
Vamos por parte, solo un 6% aprueba la gestión del presidente Piñera. Por otro lado, un 3% confía en el Congreso Nacional y el 2% en los partidos políticos. No ha quedado títere con cabeza después de esto. Pese a los matices, en los diferentes actores de la política, se evidencia una baja sostenida en sus grados de aprobación y un alza en sus rechazos. Todos quedan con un saldo negativo.
Lee también: Atrincherados
Esto demuestra, a lo menos, dos cosas. Lo primero es que la clase política, en general, atraviesa un proceso de desprestigio y desconfianza. En cuanto a lo segundo, y todavía más complejo de digerir, es que no existe legitimidad en ninguno de los dos poderes públicos electos (legislativo y ejecutivo).
Por tanto, la pregunta que cae de cajón es: ¿cómo se sale de todo esto? Recobrar la legitimidad y gobernanza no será sencillo. Por el contrario, hablamos de un proceso complejo, en que nadie tiene la llave de paso, ni mucho menos todas las respuestas.
Te interesará: Decodificación penquista
En la arista del Congreso Nacional, hay un farol encendido que puede guiar su camino. Un 78% de los encuestados cree que es preferible que los políticos privilegien los acuerdos. Esto supone abandonar la superposición del sesgo propio, esto es, anteponer la visión que un congresista sostenga ante un tema, antes de oír o leer lo que el adversario tiene que decir. Acto seguido, abrirse a tender puentes, afín de buscar reformar la legislación vigente en materias sensibles, como pensiones, salud y educación. Señales políticas en ese tenor, dejando de lado la pelea de pasillo, que solo interesa a los propios congresistas y nada a la población, podrían palear la baja confianza e inyectar alguna esperanza al sistema político.
En la Presidencia de la República el panorama es más difuso. Se hace un desafío de proporciones seguir gobernando, concepto dispar y más amplio que una mera administración, con un porcentaje de aprobación tan bajo. Hasta el núcleo duro ha comenzado a darle la espalda. ¿Un gabinete de unidad nacional otorgaría piso político para lograr salir a flote o ante el rechazo transversal sería ensanchar las críticas? ¿es el cambio de gabinete una medida a la cual recurrir o empeorará las cosas y quemará posibles nuevos rostros? ¿hay luz al final del túnel? Existen más interrogantes que soluciones y hay un escaso o nulo margen de error. Son estos momentos en los que se ejerce verdaderamente un liderazgo en política. La noche es más oscura antes del amanecer.
Las opiniones vertidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan necesariamente el pensamiento de www.sabes.cl El Diario Digital del Gran Concepción.