Opinión: Acuerdo tributario en Chile
Ha comenzado a salir humo blanco desde el Congreso Nacional con base en la reforma tributaria. La reintegración, el llamado corazón de la reforma, ha quedado atrás y es ya un efímero recuerdo de algo que no fue.
El liderazgo del ministro Briones ha refrescado la billetera fiscal en el Ministerio de Hacienda y ha logrado el ansiado acuerdo que intente conciliar recaudación y crecimiento.
Hoy se plantea una reforma progresiva la cual obtendrá ingresos frescos creando un nuevo tramo al interior del impuesto a la renta de un 40% a quienes más ganan y un impuesto a los activos inmobiliarios, también con una fórmula de ascenso progresivo según el valor de estos.
Se buscará recaudar más, pero también se evitará asfixiar el emprendimiento y el crecimiento económico. En consecuencia, se exime del pago de impuesto de utilidades a las Pymes que facturen menos de 75 mil UF anuales, siempre que sus propietarios sean contribuyentes finales de la renta.
Un acuerdo de equilibrios que aspira a cumplir su cometido a fin de invertir más en gasto social. Ambas partes han concluido, al fin, un diálogo que se entrampó y se enredó como nudo ciego en variadas oportunidades. Por ello, es valioso el rol de apertura y, como se ha dicho, la política es de símbolos. Un ministro que baja de su vehículo a conversar con manifestantes exhibe credenciales de escuchar, comprender y proponer, lo que se ha demostrado en este consenso.
Ahora bien, sería bueno que revisemos cuánto y cómo gastamos desde el Estado también. Este último posee 24 ministerios, 36 subsecretarías y 187 divisiones dando un cómputo -que ya quisiera obtener la Teletón hoy por hoy- la módica suma de 77 mil millones de pesos o 106 millones de dólares según transparencia pública.
¿Cuánto de nuestro gasto en el aparataje del Estado podría reducirse y parte de ese ahorro reinvertirse en gasto social? Probablemente harto, pero muchas veces solo existe interés por recaudar más y nos olvidamos de cómo estamos gastando lo que ya obtenemos. Es el momento de reestructurar al fisco chileno, de aspirar a la austeridad fiscal, reduciendo las remuneraciones de altos cargos públicos, viáticos, asignaciones y beneficios que obtiene el Estado a costa del arduo trabajo de todos los chilenos.
Corren vientos de cambio y es el momento adecuado para realizar una reforma importante a nuestro Estado y demostrar un compromiso procrecimiento en el cual apoyarse para sacar adelante la agenda social.
El acuerdo tributario es un paso valioso para compatibilizar recaudación, inversión en más en gasto social y crecimiento económico con el alivio o respiro que obtienen las Pymes, pero no hay que dejar de lado también cuánto y cómo se gasta. La frase cliché salta a la vista: los recursos son escasos y las necesidades son infinitas. No es el momento de matar la gallina de los huevos de oro y quedarnos sin pan ni pedazo.