Guardia relata ataque ocurrido en campus de la Universidad de Concepción

Varios cristianos que conozco se han sorprendido por las palabras del arzobispo Fernando Chomalí, en un medio nacional (El Mercurio), donde señaló, entre otros puntos, que los saqueadores provienen de familias monoparentales, que crecieron sin autoridad masculina en casa.

También culpa a la Ley de aborto tres causales, pues, según él y su oblicua mirada, los delincuentes piensan que si se puede por ley terminar con una vida,  ¿qué puede importar llevarse un escaparate para la casa?.

Todo ello, sin autocrítica alguna y sin referirse al modelo neoliberal, a la inequidad y abusos que generan el estado de rabia y malestar ciudadano. Menos aún, abordó las vulneraciones de los Derechos Humanos ocurridas durante estos días de represión, con lo cual abdicó de un rol que cumplió históricamente la institución que él representa.

Según Chomalí, miles de niñas y niños estarían en la categoría de saqueadores,  por haber crecido en una familia monoparental y ser lo que durante siglos se denominó como “huachos”.

Que mirada tan desconectada de la realidad, sin ver, o no querer ver,  la responsabilidad histórica del Estado y sus instituciones en la situación que vive hoy nuestro país. 

 Pero, ¿sorprende, realmente, su visión elitista y reaccionaria? A mí, no.

No me sorprende que  Chomalí, el columnista de opinión que le habla a la élite, el intelectual que aspiraba ser Cardenal, el mismo que obstaculizó el caso Karadima, culpe de los saqueos a los que apoyaron la interrupción del embarazo en 3 causales o han sido criados sólo por su madre, tía o abuela.

Lo que sí me sorprende es lo burdo de dichos argumentos en una persona que tienen un rol de autoridad para miles y que representa a una institución que debiera tener, precisamente, una mirada acogedora y no estigmatizadora sobre las personas más vulnerables en nuestra sociedad.