En la catedral de Concepción se llevó a cabo el tradicional Te Deum que abrió las Fiestas Patrias con un solemne mensaje de cohesión social frente a las elecciones y las guerras en el mundo.
El arzobispo, monseñor Sergio Pérez de Arce, partió su homilía llamando a la paz en Gaza, Ucrania y Sudán. Expresó un sentimiento de "solidaridad con los pueblos que viven actualmente guerras y violencias inhumanas" y apreció los esfuerzos por brindarle refugio a 68 ciudadanos palestinos evacuados en medio de los ataques de Israel.
"Cómo podemos mejorar la unidad y la cohesión entre los chilenos, también en nuestra Región", guio su discurso, especialmente frente a la fragmentación que genera la carrera presidencial. Destacando la capacidad de amistad social que entregan las celebraciones, como compartir un asado o una cueca, que permiten reflexionar sobre "la importancia de los vínculos".
En la misma línea, criticó la forma de hacer política y los escándalos que derivan de priorizar los intereses personales. "La política cotidiana abunda en calificativos que denigran o insultan a los demás, al que piensa distinto", dijo arzobispo.
Servir al bien común fue otro llamado del monseñor, "es lo que debe orientar la acción de la política y de los políticos", en la búsqueda por mejorar la calidad de la democracia. "El camino es el diálogo, la amistad cívica, el acuerdo, el trabajo perseverante y con sentido ético", indicó.
Sobre el rol de la iglesia, Pérez de Arce precisó que los católicos no pueden imponer un camino a la sociedad. Pero sí guiarla poniendo el "valor de la vida y de la dignidad humana" por delante al enfrentar desafíos como la pobreza, el trabajo, la migración, y temáticas más complejas para su área como la eutanasia y el aborto.
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