La dueña del "Café Mónica" en Concepción, un local con 23 años de historias, cuenta en SABES lo difícil de emprender y sobre la importancia de la perseverancia y la unidad familiar. Una mujer que sacó adelante a sus 3 hijos y quienes la han acompañado e impulsado a seguir adelante.
Mónica Torres Roa comenzó a trabajar tras la separación con su esposo con quien estuvo 20 años. Nunca antes había trabajado, por lo que no conocía el mundo laboral, y tras tomar distancia de su excónyuge, empezó a laburar como asesora en AFP durante cerca de 20 años, destacándose y logrando obtener medallas de oro, plata y bronce por ventas.
Tras 2 décadas en el rubro de las ventas, en el año 2002 abrió su emprendimiento, "Café Monica", ubicado en Cochrane 719, en el centro de Concepción, con ayuda de sus hijos y su cocinera, la "señora Miriam".
A lo largo de estos 23 años en los que el café de Mónica Torres ubicado en el centro de Concepción ha estado abierto, ha creado una conexión única con varios de sus clientes, para quienes incluso es como una psicóloga y le cuentan historias tanto de sus penas como sus alegrías.
"Yo les doy confianza, conversamos, cómo vienen todos los días, me cuentan sus grandes penas. Entonces, después ya se van como descansados. Porque tú ves caras, pero no corazones. Hay mucha gente que viene y te cuenta su tristeza. También las alegrías; son menos los que cuentan las alegrías. Pero las tristezas sí, hay mucha gente con estado con problema", indicó.
En este lugar también se han conocido y unido completos desconocidos. "Vinieron los de Gasur, los de Abastible y venían unos chicos de Dimacofi. Y se hicieron amigos aquí y fue tanto que hicieron hasta un equipo de fútbol que se llamaba El Café", comentó.
Aquí también vuelan las noticias. Personas cercanas al local llegan y hablan sobre los robos que han sufrido. En algunos casos, robos millonarios que se han dado.
Luego de tener que desalojar su departamento en los condominios "Puerto de palos" tras el terremoto de 2010, tuvo que encontrar la forma de conseguir un nuevo hogar.
Como era destacada en su trabajo, desde la empresa en la que trabajó la ayudaron con un préstamo para poder comprar una casa en el valle Santa María de Hualpén.
Ayudó a que sus 3 hijos pudieran sacar sus carreras como ingenieros comerciales. También detalló que ellos se dedicaron a estudiar y esforzarse, cambiando las fiestas y vicios que comúnmente se dan en la universidad por horas de trabajo luego de las clases para poder pagar sus gastos extras. Hoy en día tiene 5 nietos.
Una de las etapas más difíciles que vivió Mónica Torres fue cuando llegó la pandemia. La falta de clientes la tuvo al punto de casi quebrar y cerrar el negocio. "Tuve cerrado dos meses; casi quiebro. Y después ya mi hijo empezaron a averiguar, averiguar y yo podía vender comida para llevar".
A pesar de estar en pandemia, algunos de sus clientes más fieles seguían yendo al local. "Comían rapidito, sí, porque no podían comer en la oficina o no tenían dónde. Pero la mayor me decía: "¿Cómo? ¿Dónde me llevo la comida, señora Mónica? Usted diga que yo soy su tío, soy su hermano, soy su hija. Pero eran los menos, sí, no más de cinco en el día".
Las personas que visitan el lugar reconocen el sazón de Miriam, las ricas comidas que ofrecen y la atención que entregan. Por lo que hay quienes se transformaron en clientes frecuentes, incluso uno de ellos va todos los días desde hace 5 años.
Generalmente ofrece 2 tipos colaciones diarias y para el desayuno, uno de los preferidos por los clientes es la paila de huevo.
Este emprendimiento ha sufrido 3 robos. En la última ocasión lograron atrapar al ladrón, el cual habría entrado por el techo y lo dejó en muy mal estado, por lo que Torres tuvo que invertir para poder realizar los arreglos.
En el primer robo le rompieron la cortina frontal del local sin poder sacar efectivo o algo de valor, ya que no deja dinero en la caja tras salir del local, por la inseguridad que se vive hoy en día.
En el segundo incidente le robaron toda la mercadería con la que contaban para el local. "Me había llegado el pedido de chuleta. Se llevó el pollo, las vienesas, el queso. Todo lo que había, me desalojaron la congeladora y el refrigerador. Quedé sin nada”, señaló.
Durante la pandemia también tuvo que acceder a los bonos del IFE, con el que hoy en día mantiene una deuda de cerca de 9 millones de pesos.
"Los bonos del IFE, ahora me están cobrando 10 veces más de lo que me prestaron. Pedí 1 millón y voy en nueve. Tengo los papeles. Se suponía que no iban a cobrar nada de interés. Que se iba a devolver y yo digo: "Ya me moriré devolviendo el 3% porque no tengo 9 millones para pagar los impuestos". Pedí 1 millón 150 como dependiente porque en ese tiempo trabajaba y 1 250 como independiente".
A pesar de este contratiempo, indica que la perseverancia es imperativa. “Perseverancia, porque ahora el joven se desmotiva muy pronto. Pues hay días que no te dan ganas de abrir, po. Porque hay días buenos, muy buenos, malos y muy malos”.
A pesar de todo lo que ha costado mantener su local, la persistencia de Mónica y el apoyo que le han mostrado sus hijos, demuestra que muchas veces las ganas de salir adelante son mucho más fuertes.
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