Cada año, millones de aves migratorias cruzan el planeta para llegar a Chile, recordándonos la importancia de conservar sus rutas. Este 10 de mayo, el Día Mundial de las Aves Migratorias invita a reflexionar sobre cómo el cambio climático, la expansión urbana y la pérdida de hábitat amenazan su supervivencia.
La campaña global, organizada por Naciones Unidas, se celebra bajo el lema: “Espacios compartidos: Creando ciudades y comunidades amigables con las aves”. El objetivo es claro: unir esfuerzos para proteger a estas especies en entornos urbanos, promoviendo la planificación sustentable y la acción comunitaria.
Chile recibe cada año a miles de aves migratorias. Éstas recorren largas distancias, desde el hemisferio norte y sur, transformando nuestros humedales, costas y riberas en verdaderos refugios. Desde la Desembocadura del río Lluta en Arica hasta los humedales de Chiloé, 79 especies diferentes fueron registradas en los últimos censos, incluyendo aves playeras, acuáticas y rapaces.
Según el Reporte Anual del Proyecto de Aves Playeras Migratorias 2024-2025, elaborado por la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC), se contabilizaron 33.156 aves, de las cuales 13.212 corresponden a aves playeras de 23 especies distintas. Entre ellas destacan el pilpilén negro (Haematopus ater), el chorlo nevado (Charadrius nivosus) y el zarapito trinador (Numenius phaeopus).
Los sitios más relevantes para la observación incluyen la Bahía de Coquimbo, el Humedal de Mantagua, la Desembocadura del río Maipo, y los humedales de Maullín y Chamiza, entre otros. En estos lugares, especialistas y voluntarios realizaron censos entre enero y febrero, registrando reproducción activa de especies, como el American Oystercatcher y el Chorlo nevado.
Los censos permiten monitorear no solo las especies y sus comportamientos, sino también las perturbaciones humanas. El estudio revela amenazas como perros sin supervisión, vehículos en playas, basura, mariscadores ilegales y turistas en zonas sensibles, todos factores que afectan directamente a estas aves en descanso, alimentación o anidación.
Además de las perturbaciones humanas, las aves enfrentan problemas globales como la contaminación lumínica y acústica, las colisiones con ventanas y estructuras urbanas, y la pérdida de hábitat por la expansión de ciudades. En Chile, el 55 % de la población vive en zonas urbanas, lo que intensifica estos impactos y limita los espacios naturales disponibles.
Específicamente, los censos reportaron huellas de vehículos en playas, desplazamientos provocados por corredores y bañistas, y la presencia de microbasurales en zonas de alto valor ecológico. A pesar de estos desafíos, los datos obtenidos permiten impulsar medidas de conservación y educación ambiental en comunidades locales.
En respuesta, diversas organizaciones, como la ROC y la Fundación Conservación Marina, han impulsado festivales comunitarios, programas educativos y cercos de exclusión simbólicos, buscando proteger los hábitats críticos y aumentar la conciencia ciudadana. Uno de los ejemplos más destacados es el Festival de Aves del Maipo, que este año reunió a más de 600 personas.
El llamado en este Día Mundial de las Aves Migratorias 2025 es claro: “Espacios compartidos: Creando ciudades y comunidades amigables con las aves”. Proteger a estas especies no solo es una deuda con la biodiversidad, sino también una oportunidad para construir entornos más saludables y verdes.
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