Editorial: El INBA y la crisis de la educación chilena
Cerca de las 11 de la mañana se dio la alerta. La primera llamada de emergencia fue por un principio de incendio en el INBA o Internado Nacional Barros Arana en Santiago, sin embargo, al llegar los primeros voluntarios de bomberos el tema rápidamente pasó a ser una tragedia.
En uno de los baños del tradicional recinto ocurrió una explosión que dejó como saldo 35 personas con lesiones, de ellas 11 graves y a su vez de ellos 4 estudiantes con riesgo vital debido a extensas quemaduras en su cuerpo y vía aérea.
Las versiones dan cuenta de una especie de rito anual que hacían algunos alumnos para finalizar el año. Se vestían con los famosos overoles blancos y se manifestaban públicamente al exterior del establecimiento. En medio de la manipulación de elementos incendiarios como bombas molotov, habría ocurrido esta tragedia.
El INBA forma o formaba parte de los llamados establecimientos emblemáticos del país. Ahí están el Instituto Nacional, el Liceo de Aplicación, el José Victorino Lastarria, el Miguel Barros Borgoño. Todos estos colegios nacieron alrededor del 1900 (establecimientos centenarios), todos son públicos, tenían un estricto proceso de selección y a lo mejor por lo mismo los mejores puntajes en las pruebas para acceder a la educación superior. Pero tal vez lo más notable es que son instituciones que nacieron al amparo de una idea, ser referentes en materia de educación y movilización social.
Algo similar es lo que pasaba con el Liceo Enrique Molina de Concepción que en sus mejores momentos incluso tuvo internado igual que el Barros Arana. De todos estos colegios han salido decenas de líderes de nuestro país, muchos presidentes de la república, parlamentarios e intelectuales.
Pero todo esto es pasado, la tragedia del INBA en parte representa la tragedia del sistema educacional chileno. Por mucho que se diga que esto es un hecho excepcional lo cierto es que los famosos overoles blancos y sus molotov se volvieron recurrentes en las movilizaciones. Decimos esto entendiendo que movilizarse en sí mismas no están mal, es de hecho deseable que los alumnos que formarán parte de la clase dirigente nacional tenga opinión y manifieste su disconformidad con el sistema, pero para ello no se debiera utilizar la violencia, mucho menos las bombas molotov, se debiera usar el intelecto.
La Superintendencia de Educación anunció una investigación de oficio y el gobierno una querella. La idea es determinar lo que sucedió. ¿Por qué había combustible en ese baño?, ¿Quién lo llevó?, acaso ¿un adulto? es lo más probable, ¿Este es un rito de fin de año?, ¿los estudiantes reciben instrucciones o financiamiento de algún conglomerado político o agrupación para hacer estas protestas? todo debiera ser esclarecido.
Pero incluso, teniendo estas respuestas no estaremos solucionando el tema de fondo. Un sistema educacional en crisis, que no da el ancho. Que aparte de los temas curriculares o de infraestructura obvios, no ofrece los espacios para que los alumnos puedan manifestar libremente sus reparos a un sistema educacional o a una sociedad, que ciertamente hoy está más preocupada del desarrollo económico, del éxito a cualquier costo, más que del desarrollo integral de la persona.
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