Huachipato y corrupción: Los temas que se tomaron la primera homilía del arzobispo Sergio Pérez de Arce en Concepción
Este miércoles se llevó a cabo el Te Deum en la Catedral de Concepción, donde el arzobispo Sergio Pérez de Arce hizo un llamado de aliento para tener un Chile con más esperanza, ante el aumento de la delincuencia y los actos corruptos. Además, lamentó lo sucedido con la Siderúrgica de Huachipato, la cual cerró después de 70 años.
Durante su homilía, el arzobispo de Concepción comenzó recordando que en 1811 “se realizó una misa de acción de gracias para conmemorar el primer aniversario de la Primera Junta de Gobierno y se consolidó como una práctica habitual una vez proclamada la independencia, en 1818”.
En ese sentido, señaló que los acontecimientos recordados “nos sitúan en el contexto tantas veces doloroso, y otras veces esperanzador, en que se desarrolla la marcha de nuestro país. Siempre lo más grave y desolador es la violencia que acaba con vidas humanas y daña nuestra convivencia”.
Cierre de Huachipato
Posteriormente, se refirió al cierre de la Siderúrgica de Huachipato después de 70 años, el cual “es especialmente penoso (...) no solo por sus efectos devastadores sobre el empleo y la vida concreta de tantas familias, sino también porque da cuenta de un déficit de nuestro modelo de desarrollo, que se muestra frágil para sostener actividades productivas que agregan valor a las materias primas. Esto no es bueno para el progreso de Chile”.
“No faltan, gracias a Dios, motivos de esperanza, y nos alegramos por todos aquellos que día a día forjan el desarrollo de nuestro país en ciudades, pueblos y campos; en hospitales, escuelas y oficinas; en la industria, el comercio, el servicio público y en tantos otros lugares”, añadió.
Crisis de seguridad en el país
Sin embargo, enfatizó que los motivos de esperanza no les impide reconocer que actualmente “no vivimos en buen momento como país. Lo anterior, ya que según el Informe sobre Desarrollo Humano en Chile 2024, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) “nos muestra que el 86 % de las personas piensa que la situación del país ha empeorado o se ha mantenido igual en los últimos 5 años, y solo un 11% que ha mejorado”.
Además, mencionó que los ciudadanos y chilenos en particular “tendemos a ser pesimistas, pero los datos del estudio revelan un aumento de las emociones negativas respecto del país y una disminución de una mirada esperanzadora. Dominan sentimientos como la preocupación, la decepción, el miedo, la indiferencia, la rabia, mientras decaen fuertemente emociones como la esperanza, el entusiasmo y el orgullo (...) Estas percepciones sobre la realidad están lejos de ser solo subjetivas, pues lamentablemente hay circunstancias graves que vivimos como sociedad”.
Bajo ese contexto, detalló que “la fuerte presencia de la delincuencia y el narcotráfico en nuestras ciudades, con el clima de inseguridad que provoca, se unen otros problemas sociales que llevan largo tiempo discutiéndose o abordándose, sin resultados que signifiquen un cambio o una mejora significativa. Los nulos avances en la reforma de pensiones, el estancamiento en materia educacional, la insatisfacción respecto de los avances en salud, el déficit en materia de vivienda, el escaso crecimiento económico, además de los dos fracasos en el cambio constitucional, nos dejan con la sensación de un país estancado”.
Actos de corrupción
A esto, se suma el “escenario crítico de la corrupción”, el cual está presente en amplios niveles de la administración del Estado. “Casi no hay ámbito o institución donde no se hayan manifestado acciones y prácticas corruptas: gobiernos regionales, Congreso, FFAA y de orden, municipios, poder judicial. Muchas veces se han visto implicados en estos hechos autoridades de primer nivel de estos organismos, llamados a conducir y servir a la comunidad”, comentó.
Según Pérez de Arce, las realidades que vive el país generan en la ciudadanía “desafección con la política, desilusión y retraimiento, que refuerza el fuerte individualismo y la dificultad para participar en la cosa pública que caracteriza a nuestra cultura”. Pero, esta no debe ser la única y principal respuesta, ya que “todos tenemos que reaccionar de otro modo, en especial los dirigentes políticos”.
Tras citar el estudio del PNUD, que informa que un 67% de los chilenos responsabiliza a los liderazgos políticos y empresariales del deterioro y estancamiento del país, reflexionó que “es verdad que los problemas son complejos y no se trata de llegar a cualquier tipo de acuerdo, que origine malas políticas públicas, pero pareciera que los políticos han renunciado a dialogar y a buscar buenos acuerdos, y más bien cada uno, o cada sector, busca asegurar sus posiciones, su propio discurso, desde una política de trincheras, que acrecienta la polarización”.
“Los políticos y los dirigentes se deben preguntar: ‘¿Para qué queremos gobernar?’, ‘¿Para qué queremos acceder legítima y democráticamente al poder?’. Y cuando reciben el encargo que les hace el pueblo, deben afanarse en buscar la comunión, el diálogo y soluciones realistas y a largo plazo que permitan al país ir dando pasos en pro de un mayor bienestar. Siempre para bien de la comunidad y no para engrandecerse a sí mismos”, recalcó.
Por último, el arzobispo expresó que “Jesús nos dice que el reino de Dios se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa. Esa es nuestra urgente misión hoy, ser como una buena levadura que, por nuestra acción, por nuestras actitudes, por nuestra coherencia y, sobre todo, por nuestro amor, es fermento de vida, de concordia y de justicia en los diversos ambientes y organizaciones de las que participamos. Así crecerá la esperanza y no la desilusión, el compromiso y no la desafección”.
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