Editorial: Caso Macaya, finalmente la sangre llegó al río
Demasiado se demoró en renunciar el presidente de la UDI Javier Macaya. Sus dichos no solo criticando un fallo judicial, sino cuestionando directamente la prueba obtenida por la Fiscalía, terminaron de sellar su salida como máximo líder del gremialismo.
Esta historia comienza cuando su padre fue requerido como autor de abusos sexuales contra varios menores de edad. En general Javier Macaya hizo intentos por mantenerse al margen, por diferenciar su rol como presidente de uno de los partidos políticos más importantes del país y el de hijo.
Sin embargo, a medida que la investigación avanzó y se iba demostrando la responsabilidad de su progenitor en los delitos el asunto se fue complicando.
Luego que su padre fuera condenado como autor de abusos sexuales, el presidente de la UDI no pudo contenerse y se fue con todo en contra del fallo del Poder Judicial. No es posible que un representante del poder legislativo, recordemos que Macaya es senador de la república, cuestione de manera tan descarnada las resoluciones de otro poder del Estado.
Macaya afirmó estar "del lado de su padre" (una cuestión que se entiende y que no representa reproche alguno) pero además cuestionó la prueba del video que se presentó en el juicio. "Es grabado en un entorno familiar -dijo- sin su consentimiento y el video estaba bastante editado" aseveró.
Obvio que fue grabado sin el consentimiento del autor de los abusos. Se imagina usted la siguiente escena, un hombre abusa de una niña y la menor le dice, ¿podría usted autorizarme a grabarlo y así obtener un video que más tarde pueda ser utilizado como prueba en un juicio en su contra?
Es francamente ridículo, no tiene ningún sentido, el video no podía sino ser oculto de otro modo no se habría obtenido la prueba del abuso.
Finalmente, Macaya renunció con una carta donde expresa su "férreo compromiso con los derechos de las menores involucradas en dicha situación". La carta continúa señalando que "en aras de mi compromiso político, he tomado la decisión de renunciar a la presidencia de la Unión Demócrata Independiente. Jamás permitiría que una situación familiar, por dolorosa que sea, afectara aún más a las menores de edad involucradas y, asimismo, al desempeño de mi partido y la trascendencia de su responsabilidad frente a Chile".
Hay que decir que horas antes había reconocido que cometió "un error al mencionar un detalle procesal del caso", pero su salida ya estaba sellada.
En estos tiempos donde reinan las Redes Sociales pretender separar su vida personal familiar de su rol como líder de un partido político es una ilusión, es imposible, más aún con un caso tan mediático y plagado de tantas irregularidades o de beneficios a los cuales pudo haber accedido el imputado. Esto de pagar 150 millones de pesos para no ir a prisión, esto de permitir que espere en su casa el fallo definitivo que de todas formas lo debiera enviar a la cárcel, esto de recibir un trato especial en gendarmería.
Todo muy impresentable.
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