Relevancia de las políticas públicas en la salud de la mujer
En Chile, una política pública relevante es el programa nacional de salud de la mujer, orientado en principios de promoción y prevención, y que incluye una serie de prestaciones sanitarias conducentes al cuidado personal durante el curso de la vida.
La salud y bienestar de la mujer son tan valiosos que trascienden el desarrollo humano de forma transgeneracional, extendiéndose más allá del periodo de gestación, introduciendo en la familia aspectos de salud que modularán la conducta social de sus integrantes. Permítame explicar: desde la idea de concebir un hijo, e incorporando un acompañamiento integral del equipo en salud para una consulta preconcepcional, la mujer y su entorno más cercano podrán establecer el mejor escenario posible para un embarazo. Entonces, considerando la gestación y con base científica en la epigenética, se pueden relacionar factores ambientales y como éstos influirán en los genes de quien está por nacer. Por ejemplo, la calidad de la nutrición en periodos de alta sensibilidad, desde la gestación y hasta los primeros dos años de vida del niño, predice el estado de salud futuro de esa persona, impactando en las condiciones cardiovasculares, metabólicas, autoinmunes, inflamatorias, cáncer e inclusive el proceso de envejecimiento.
Justamente, considerando este conocimiento en salud, es necesario implementar políticas públicas efectivas. Es fundamental que los legisladores y sus asesores tengan conocimiento y se basen en evidencia cada vez que presenten iniciativas en políticas públicas, pues, en palabras de médico Rudolf Virchow: “La política es medicina a gran escala”. Así, se enfatiza en nuestro medio el concepto de “salud en todas las políticas públicas”, pues, las acciones que se implementen en todo ámbito humano-ambiental afectarán la salud de la población. Si lo enfocamos en la salud de la mujer, estas medidas trascenderán a las generaciones futuras por el desarrollo de sus diferentes roles e impronta en la familia. Por ello, es tan importante relevar el bienestar en la mujer en todas sus dimensiones y la forma en que se desarrolla este derecho fundamental, desde el vientre materno.
Desde mi perspectiva, el desafío como país es armonizar la expectativa de vida, desarrollo personal, trabajo remunerado y no remunerado de la mujer, entendiendo la importancia de su rol social, considerando una “doble presencia”, mayor que en el hombre. Eso alude a que ella, estando en su trabajo remunerado, también está pendiente de lo que pasa en su hogar.
Valorar entonces el bienestar de la mujer es educar y divulgar el cuidado de su salud personal y social en todo el curso de vida. Dicho esto, desde la infancia debemos promover hábitos saludables, identificando condiciones y situaciones de riesgo que deban ser abordadas oportunamente, y así, contribuir al desarrollo de una mujer joven saludable, consciente de sí misma y de su entorno. De esta manera, avanzará a una etapa adulta con la madurez suficiente para hacerse cargo personalmente de su salud, en armonía con sus expectativas y autorrealización, planificando controles según orientaciones técnicas, incluyendo actividad física y tiempos de ocio, con énfasis en la toma oportuna de exámenes preventivos como el Papanicolaou, mamografías, VIH, y otros según su edad. Así, envejecerá idealmente sin condiciones mórbidas evitables y desarrollando una vida acompañada con las personas que quiere.
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