La Vaca Mariposa: Comida de base venezolana con inspiración multicultural en Concepción

Llevan más de diez años juntos y este es su primer hijo, La Vaca Mariposa es el emprendimiento de una pareja venezolana radicada en Concepción, Arnoldo Hurtado y Mariana Villanueva. Desde su local en Freire con Lautaro, ofrecen comida al paso y conversaciones carismáticas y acogedoras.

El pilar del negocio es una variedad de tequeños y perripletos (una unión de perros calientes y completos). Dos herencias de su cocina natal, clásicos que deconstruyeron para transformarlos en innovadores platillos.

Su filosofía es estar siempre dispuestos a satisfacer el paladar de los clientes. "Todo está sabroso, si no lo estuviera no estaría en la carta. Uno de nuestros principios es que todo lo que vendemos lo probamos antes. Si nos gusta, bien.", señaló el dueño y cocinero, Arnoldo Hurtado. "Porque si vendes algo que no te gusta, no sabes venderlo y no tienes cómo darle la experiencia al cliente", agregó.

Esto les permitió acumular una clientela que ahora los visita en Freire 1502. Lugar donde, con sus colores vivos y atención de lunes a domingo, reciben a adultos mayores, liceanos, extranjeros que anhelan por sabores cercanos a su hogar y consumidores que quieren explorar una diversa propuesta culinaria.

“Por eso pensamos que el concepto de comida al paso va perfecto con tanto movimiento. Hasta ahora ha demostrado ser así”, opinó la dueña, Mariana Villanueva.

Emprender de la manera difícil: De cuatro años de aprendizaje nació La Vaca Mariposa

Las raíces de Hurtado y Villanueva están en Venezuela, pero desde su llegada a Chile hace 10 años no han vuelto al país caribeño. Además de migrantes, son artistas, fanáticos de la comida y emprendedores que vieron una oportunidad en “La Vaca Mariposa” de compartir sus habilidades con el público.

“Lo primero que quisimos fue emprender. Dejar de trabajar de otras personas, buscar algo que sea nuestro y aplicar las cosas buenas que aprendimos. No quedarnos con las malas experiencias. Sino tratar de hacer algo que a nuestros trabajadores les guste, que los clientes lo disfruten”, señaló el fundador.

La marca nació el 2019, aunque alejada de su rubro actual. Partieron vendiendo poleras, alfajores y cerámicas dentro de la galería Plan B. Con un sueño incipiente de crear redes con otros emprendedores y apoyarse.

Como chef, Hurtado llegó a la cocina japonesa y luego, por demanda de cercanos, a los tequeños, una masa rellena de queso de aprox. 10 cm, popular en la nación bolivariana. Cuyo éxito los animó a establecerse como negocio.

“El primer local fue la falla y error más grande de todos”, recordó Hurtado. “Nosotros éramos tan primerizos que todo lo que nos decían que teníamos que pagar, que hacer, las leyes… No sabíamos eso”, agregó.

Muchas veces les dijeron que bastaba con una freidora y una mesa para abrir, las ideas y los platos ya los tenían. Pero la pareja decidió “disfrazarse de adultos” para enfrentar la parte técnica de emprender, sacando los permisos en el municipio, googleando lo desconocido y prestando mucha atención. Ahora se apoyan con una contadora y una diseñadora

Así subieron escalones hasta que esta misma semana inauguraron la nueva sede de La Vaca Mariposa en Freire 1502, donde preparan las delicias. A unas puertas está el primer negocio que ahora sirve de bodega y producción.

“Ha sido difícil, pero emocionante. He aprendido poco a poco y esa es la parte más divertida de esto. Porque si esto que yo conozco (la cocina) me aburre, está la parte más difícil para aprender y sacarle la vuelta”, compartió Arnoldo.

Las manos y el corazón de La Vaca Mariposa: Comida al paso en Concepción que también entrega compañía

Mientras que Arnoldo se encarga de la cocina y está la mayoría del tiempo en el local, Mariana es el corazón de La Vaca Mariposa. “Yo soy el gruñón y ella es muy tranquila, es muy empática. Ella escucha todo lo que los clientes le dicen y me da toda esa información”, señaló el chef.

Gracias a ese oído atento se robusteció su carta, que empezó con tres sabores de tequeños preparados en casa. Según cuenta Hurtado, “comenzamos con el de queso, jamón… Un amigo me dijo ‘oye vi que los mezclan con dulce de guayaba’. Los hicimos para complacer al amigo y funcionó, a la gente le gustó”.

Con el mismo método incorporaron el tequeñón, un desayuno común, junto a una bebida de malta, para los estudiantes venezolanos. Después se unieron los veganos, los rellenos de chocolate y las empanadas.

“A mí me interesa que a todos les guste, que sepa rico y que sea una experiencia cada vez que comes”, enfatizó el cocinero.

Con sugerencias de los comensales llegaron hasta su nueva y flamante carta de perripletos. Un sándwich similar al completo con distintos rellenos que basaron en sus experiencias viajando y conociendo otras comidas.

Uno de estos es el de Chili, que contiene salchicha y chile con carne, que según Hurtado “es algo de Nueva York y lo aprendimos donde yo vivía antes, en Trinidad y Tobago. Y me gustó”. Una apuesta similar es el de pollo crispy y por supuesto, integraron el típico italiano, el americano, un vegetariano y el tradicional callejero de Venezuela.

Y si los productos no son suficientes, los trabajadores de La Vaca Mariposa están rodeados por un carisma que permite la conversación ligera y amigable. No tratan solo con clientes, sino con personas, a veces solitarias, que requieren la atención.

Con esta disposición reciben al público en su nuevo local, donde están rodeados de otros negocios. “La comunidad que se ha formado alrededor de La Vaca Mariposa ha sido simplemente genial. Valoramos mucho tener a nuestros vecinos. Ya que por suerte coincidimos en ser emprendimientos atendidos por sus propios dueños. Por lo que hay mucho cariño en lo que se está haciendo en esta esquina de Lautaro con Freire”, señaló Villanueva.

Es una historia de esfuerzo e inspiración, La Vaca Mariposa aun se está estableciendo como un local de comida al paso en Concepción. Junto al soporte de sus clientes, amigos y colegas, el negocio seguirá reuniendo distintas culturas y personalidades en una diversa y sabrosa carta.

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