Pareja penquista trabajó en la Ciudad del Amor y creó pastelería francesa en Concepción: Carrousel
Un emprendimiento que comenzó en el pequeño rincón de una casa, logró transformarse en una pastelería que ofrece, en el centro Concepción, los tradicionales dulces franceses. Sus creadores, Camila Pérez, y Kevin Böhme, dedicaron un año completo de sus vidas para trabajar en Francia y aprender aún más gastronomía en París, la Ciudad de la Luz y del Amor. Su dedicación es todo un ejemplo.
Esta es la historia de Carrousel, una pastelería que crearon en conjunto durante los días de la Pandemia y que hoy en día cuenta con un local en calle Lincoyán, a pocos metros del Parque Ecuador.
Su primera inversión, modesta pero llena de entusiasmo, fue en un horno básico. Camila explicó que era “lo más simple del mercado y luego de la venta de varias tortas de cumpleaños, las que fueron creciendo en el tiempo, logramos cambiar el equipo por uno más profesional”.
Poco a poco y como muchos suelen hacer hoy en día, comenzaron a vender sus delicias a través de las redes sociales. La clave del éxito temprano no fue solo la calidad de sus productos, sino también la perfección y amor que Camila y Kevin ponían en cada bocado.
Ambos continuaron esforzándose para llegar a atender en cumpleaños, baby showers, bautizos e incluso matrimonios. La logística se convirtió en su aliada y el boca a boca en su mejor publicidad. Ambos anhelaban crear su propio local pastelero en Concepción.
Su viaje por París
Para completar su sueño, decidieron inspirarse al máximo por la rica tradición los dulces franceses. Ambos decidieron dar un salto audaz y embarcarse en una aventura por la Ciudad del Amor y la pastelería refinada: París.
El viaje trajo consigo una serie de desafíos, incluyendo las dificultades con el idioma. “Era todo nuevo. Es difícil al comienzo, pero ya estábamos ahí. Había que continuar adelante”, relata Camila.
Fue así como, gracias a su determinación inquebrantable y apoyo mutuo, la pareja logró superar las barreras. Armados con el traductor de Google comenzaron a buscar empleo en el mundo culinario parisino. “Allá se utiliza mucho el buzón de voz y dejábamos el mensaje de vuelta con la ayuda del traductor y una amiga que manejaba el idioma”, recordó Kevin.
Con perseverancia, la pareja buscó “pega” en distintos establecimientos. Al poco tiempo, encontraron trabajo juntos en un local donde residía la herencia pastelera de Francia. Durante un año, absorbieron conocimientos, perfeccionaron sus técnicas y se empaparon de la magia parisina.
Aquel año en París dejó una profunda huella en sus corazones, así como también en el camino que los llevó a instalar Carrousel en Concepción, un faro cargado con el brillo de la Ciudad de la Luz.
Hoy en día, en calle Lincoyán, a pocos metros del Parque Ecuador, Carrousel se alza como un refugio para los amantes de lo dulce. En sus vitrinas exhiben obras maestras de pastelería que reflejan la pasión y el compromiso de Camila y Kevin. Cada bocado cuenta una historia de perseverancia, amor y dedicación.
Postularon a Corfo
“Carrousel no sería lo mismo sin el apoyo de Corfo. Quizá seríamos más pequeños, pero no con los mismos equipos de calidad con el que se preparan los dulces, los mismos que utilizábamos allá, de origen alemán”, sentencia esta pareja.
Y claro, luego de volver del viejo continente postularon a un proyecto Corfo. Se lo adjudicaron y hoy apuestan por seguir creciendo.
La directora del Comité Corfo Biobío, Roberta Lama, en su seguimiento y visita al proyecto destacó la apuesta de esta pareja. “Nosotros como Comité Corfo tenemos la misión de fomentar el emprendimiento y contribuir al aumento de la competitividad de las empresas de la región cofinanciando proyectos que incorporen mejoras en su gestión, productividad, y con el proyecto los emprendedores han podido adquirir equipos de última generación que permiten ofrecer un producto y servicio de calidad, con identidad local”.
El desafío para estos jóvenes hoy es retomar parte de lo que dejaron sembrado antes de viajar a Europa. Comentan que los primeros clientes de su nueva pastelería fueron aquellas personas que encargaron alguno de sus productos cuando iniciaron la “dulce” aventura hace cinco años. Los padres de esos niños a quienes hicieron una torta de su primer cumpleaños y ahora ya han crecido incluso ingresaron al colegio. Buscan marcar la diferencia con insumos de calidad de proveedores locales. Dicen que la historia de Carrousel recién comienza.
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