Museo de la Memoria en la Región del Biobío
Esta semana conocimos una gran noticia: el Gobierno Regional oficializó la entrega de dineros para un Museo de la Memoria en la Región del Biobío, el que se emplazará en el Parque Bicentenario de Concepción. Es un proyecto que llega tarde, ya que durante el gobierno pasado perdió prioridad, como señaló el Seremi de Obras Públicas, Hugo Cautivo.
Los pesados hechos nos han demostrado que la memoria es cada vez más relevante, y que promover valores de respeto a la democracia y los derechos humanos es un deber, sobre todo en un contexto en que, la encuesta CERC-MORI nos devela que la justificación al Golpe de Estado en Chile aumentó 20 puntos en 10 años.
En un país con una democracia sana, ningún sector político debería sentirse atacado por relevar la memoria, como ocurre en Uruguay, en que en cada año su “Marcha del Silencio” convoca a diversos sectores políticos, este 2023, bajo la consigna de “Dónde están? Nunca más Terrorismo de Estado”, acudieron a marchar jóvenes de izquierda, centro y derecha, y no es algo incómodo hablar de la memoria.
¿En qué momento se hace incómodo hablar de la memoria?, en la medida en que todavía hay sectores políticos que justifican un quiebre democrático, que justifican que se haya pasado por sobre la Constitución del 25’, que justifican la muerte, la tortura, el exilio y la desaparición forzada de personas. Y es ese el paso que no ha dado todavía parte de la derecha chilena, que nació al alero de la dictadura del general Pinochet.
Nuestra región tiene próceres de la democracia y mártires de la dictadura, y relevarlos es un deber para quienes nacimos en democracia, porque si tuvimos esa posibilidad, es gracias a que ellas que arriesgaron sus vidas en la clandestinidad, en las protestas del 83’, o siendo apoderados por el “NO” el 5 de octubre de 1988.
Muchas veces las nuevas generaciones conocen la historia de los mártires de Santiago, y la existencia de un Museo de la Memoria en la Región del Biobío permitirá que nuestra historia también pueda ser conocida y destacada, pienso en algunos hitos;
En los primeros días del golpe en nuestra región, en Laja y San Rosendo, la colaboración de CMPC y Carabineros llevó al cruento asesinato de 19 civiles, trabajadores de la planta, que habían sido registrados en listas negras, los trataron de desaparecer, pero por casualidad un agricultor de Yumbel encontró algunos restos, hoy la justicia avanza en el caso, en gran medida por la larga y noble lucha de las familias, como la familia Araneda, cuya portentosa labor también es patrimonio por la defensa de los Derechos Humanos en el Biobío.
Pienso en el rol de la Iglesia, que en años de represión fue un espacio de encuentro de los demócratas, en sacerdotes como Carlos Fuentes Figueroa, pastor de los trabajadores, pienso en Enrique Moreno Laval, de los Sagrados Corazones, que apoyó al pueblo de la región en los años difíciles, pienso en la historias que he escuchado del padre Ramón Ricciardi, que desde Bellavista en Tomé, también luchó por la democracia. O en lo importante que fue la Parroquia Universitaria en los años 80’, o la Vicaría de la Solidaridad, que hoy cuenta con una piedra de homenaje en Ainavillo con O’Higgins en Concepción.
Pienso que fue en la Plaza Independencia de Concepción, frente a la Catedral, en donde Sebastián Acevedo se inmoló para que la CNI le devolviera a sus hijos, en un gesto de amor y humanidad que llevó a que luego de eso existiera a nivel nacional el “Movimiento contra la tortura Sebastián Acevedo”, marcando un hito en la historia de la lucha por la recuperación de la democracia.
En la región del Biobío el frente democrático fue amplio; estudiantes, trabajadores, pobladores, intelectuales. La Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción (FEC) fue la primera en tener elecciones democráticas en Chile, en 1983, pienso en dirigentes como Paulina Veloso, Cristian Cornejo, Sergio Micco, Alejandro Navarro, Pedro Cisterna, y tantos más que se me quedan en el tintero. También los mineros del Carbón eligieron a su primera directiva democrática por aquellos años, encabezada por el minero Justo Espinoza.
Organizaciones de la sociedad civil como el ACE también fueron claves, o la lucha de los profesores en Penco, de la que alguna vez me pudo contar don Rosauro Montero, antiguo dirigente de los profesores, socialista y Pencón, que hoy ya no nos acompaña.
Y así tantos otros, que se me quedan, o que no conocí, pero que a cada uno esta generación le debe la posibilidad de haber crecido en una democracia, de haber podido ser parte del movimiento estudiantil sin temor a ser desaparecido, entre tantas cosas.
También es importante destacar la voluntad que ha tenido el Gobierno Regional y centra para esta iniciativa, que ha sido por años impulsada desde las Organizaciones de Memoria y Derechos Humanos de nuestra región, y que también encuentran parte del trabajo avanzado en libros, entrevistas y publicaciones del Dr. Danny Monsálvez Araneda.
Al escribir estas palabras, no puedo dejar de pensar y rendir homenaje a mi padre, Omar Rebolledo Montanares, fallecido recientemente, quién luchó por la democracia durante toda la dictadura, especialmente apoyando a los campesinos con los que había trabajado en la Reforma Agraria, y que sufrían los intentos de descampesinización forzada del régimen, quién además dirigió diversas ONG’s en los años de la dictadura, siendo clave para la materialización de la cooperación internacional.
A mi padre, y a toda la generación, nos queda solamente decir: gracias.