Cuidados paliativos y dignidad humana

Ante las diversas discusiones que se han realizado en torno a la eutanasia, se sostiene y reconoce que la vida humana posee un valor fundamental inalienable e inviolable, motivo por el cual se propone centrar los esfuerzos en los cuidados paliativos, surgiendo la interrogante sobre su aplicabilidad y el acceso a éstos.

Es de suma importancia que la población esté en conocimiento de que, en Chile, desde el 2005 hasta el 2021, se garantizaban los cuidados paliativos para pacientes oncológicos a través del Ges; fue entonces cuando se promulgó la Ley 21.375, que consagra los cuidados paliativos y los derechos de las personas que padecen enfermedades terminales o graves, permitiendo así un aumento en la cobertura a la población.

En este contexto, es necesario aclarar que se define como enfermedad terminal a aquella que haya sido diagnosticada, que posea carácter progresivo e irreversible y para la cual no exista tratamiento curativo que permita modificar la sobrevida o bien cuando los recursos terapéuticos han dejado de ser eficaces, teniendo una expectativa de vida inferior a 12 meses.

Lo anterior significa un gran logro desde el ámbito sanitario, ya que se entiende que una persona que se encuentra con un diagnóstico como éste requiere de un abordaje particular que no tan sólo impacte a la persona, sino que también a su cuidador, familia y entorno, esto ya que el paciente y su familia deben aprender a convivir un largo tiempo con la enfermedad, replanteando sus proyectos y sus metas para enfrentar así los nuevos desafíos.

En la misma línea, es importante comprender que el derecho a morir con dignidad no significa disponer de la vida a voluntad, sino que consiste en la realización de un abordaje integral al paciente que abarque sus dimensiones física, psicológica, espiritual y social, favoreciendo una relación terapéutica basada en principios tales como el de no abandono, la responsabilidad, la veracidad y la proporcionalidad terapéutica.

La tentación eutanásica se ve favorecida, sin lugar a duda, por una sociedad sumamente utilitarista y anti solidaria donde, en ocasiones, se valida abandonar a aquellas personas que poseen una calidad de vida considerada no adecuada y que representan una carga. Si bien la calidad de vida es importante y permite favorecer el desarrollo de las potencialidades de la persona, en ningún caso puede anteceder al principio de la defensa de la vida humana.

De manera de favorecer dicho abordaje, la ley estipula que las instituciones de educación superior que imparten carreras del área de la salud deben incorporar contenidos sobre cuidados paliativos en sus programas; sin embargo, también es necesaria la incorporación, o bien el refuerzo, de contenidos antropológicos y éticos, los cuales son imprescindibles para una mejor comprensión de la persona y su sufrimiento, es por tanto la sociedad y las personas quienes deben generar todas las instancias para incrementar el apoyo a la paciente con enfermedad terminal y a su familia.