"Lo que menos hacemos es vender café": La historia del Café Neruda de Concepción

Con 23 años de historia, Café Neruda es una historia inserta en uno de los lugares icónicos de Concepción, en la diagonal a pasos de la Plaza Perú. "Siempre lo digo, gracias a los jóvenes, a mis chiquillos como les digo yo, es que este lugar se ha mantenido en el tiempo", destacó Sandra Carrasco, dueña de este reconocido local de Concepción.

A medida que nos cuenta la historia, parece ser un relato de amor que nace en los negocios, y que dio fruto a un local que partió siendo un café, pero con el tiempo se dedicó a ofrecer almuerzos y hoy es un lugar que pertenece a la famosa bohemia penquista. Sandra y Hernán Díaz son fundadores de este mítico espacio que lleva el nombre del poeta.

"Cuando partimos encontramos este lugar, existía una librería y la dueña nos arrendó a nosotros una parte del departamento muy pequeño. Estando frente la Corporación Sinfónica de Concepción, se nos ocurrió partir con café y aunque ahora lo que menos hacemos es vender café, seguimos vendiendo colaciones, con eso iniciamos. Siempre se hizo comida de mamá como me dicen los chiquillos. Con precios módicos porque uno sabe que ellos están todo el día estudiando, muchos llegan sin desayuno y a veces se vuelve muy difícil encontrar un lugar donde vendan comida casera, comida sana", señaló la fundadora del Neruda.

"Un constante caminar": Café Neruda cumple 23 en junio

Sandra Carrasco, mira con cariño los inicios de su lugar de trabajo y recordó que "al ojo, partimos en junio del 2000. Esto fue un constante caminar, entendiendo nuestro público, buscamos entregar buenos precios, porque sabemos y agradecemos mucho a los estudiantes". También expresó que "cuando estaba embarazada atendía con una guata enorme entregando chela. A veces estábamos un día sábado toda la tarde sentados los dos con Hernán en la cocina y no entraba nadie y de repente entraba alguien por una o dos cervezas y no entraba alguien en un buen rato".

La fundadora del Neruda, sabe cual es su sello. "Nos preocupamos de la calidez, todos los años pintamos el local del mismo color adentro y están los mismos cuadros. Las mesas están viejitas, pero a la gente le gusta. Nuestros clientes son súper fieles. Chicos que estudiaron, egresaron, algunos se fueron al extranjero o a otras ciudades y siempre vuelven, entran y lo único que quieren ver que estaba igual como antes cuando estaban estudiando", resalta.

"Los chiquillos que han venido, vuelven hasta con la familia, con los papás y les cuentan que aquí comían cuando estaban estudiando. Entran hasta el fondo, otros ni siquiera vienen a almorzar, solo toman fotos, se sorprenden de que todo está como cuando ellos venían antes".

Sandra concluyó que "no es llegar a comer un plato de comida y listo, acá formamos otro tipo de relación, los jóvenes pasan, me saludan y yo les pregunto por las notas. Estos recuerdos, esta calidad humana que tenemos es súper importante para nosotros".

Así el Neruda de Concepción marca historia: con sus clásicos borgoñas, vino en caña y sus típicas comidas.

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