Libros baratos en Argentina: ¿mito o realidad?
Comprar libros baratos, conocer El Ateneo y recorrer bibliotecas y librerías. Ese era el objetivo del viaje a Buenos Aires que planificamos mi mamá y yo. Y así lo hicimos. Dentro de nuestro itinerario había un día exclusivo para encontrar esos libros nuevos a bajo precio.
Desde que empecé a leer, a eso del 2014, cuando estaban de moda historias como Los Juegos del Hambre o Bajo la misma estrella, mi sueño era tener una biblioteca tan grande como la que aparecía en la Bella y la Bestia. Así que poco a poco, el objeto libro comenzó a adquirir la misma importancia que la acción de leer. Ya no solo era devorar historias, sino coleccionar libros.
En Chile, los libros eran y son caros. Crecí con esa idea y me angustiaba gastar mis pocos ahorros personales en libros. “Cómprate una polera, no un libro”, me decía mi abuela cuando me regalaba plata años atrás. Pero yo era porfiada y seguía con la idea de ampliar mi biblioteca, a toda costa.
“En Argentina no hay impuesto al libro, son baratos”, “Chile es el país con el impuesto más alto al libro” “Hay que ir al extranjero y traer libros”, eran algunas de las frases que crearon en mí el imaginario de que al otro lado de la cordillera encontraría oro: libros económicos.
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La odisea de encontrar libros baratos
El miércoles 2 de noviembre, un día particularmente caluroso en Buenos Aires, nos pusimos zapatos cómodos, bloqueador y sacamos las bolsas de género con la esperanza de volver al hotel cargadas con libros buenos, bonitos y sobre todo, baratos.
La odisea comenzó, como no podía ser de otra manera, en El Ateneo Grand Splendid, un ex teatro que funciona como librería. Por años, vi en redes sociales fotos de lectoras contentas en ese hermoso lugar, con una sonrisa de oreja a oreja frente a tantos libros y la espectacularidad del edificio.
Al fin, podía ser yo quien le sonreía a mi mamá para tener mi propia foto. Primero, recorrimos los tres pisos superiores de la librería y luego, llegó la hora de “vitrinear”. Con la emoción del momento, título que llamaba mi atención, libro que tomaba para ver el precio.
La decepción fue grande, pero certera: más caros que en Chile o que en plataformas de venta online como Buscalibre.
Los precios de libros nuevos superaban con creces los valores a los que estaba acostumbrada en Chile. ¿Era la famosa inflación la que también afectaba a los libros en Argentina?, ¿Comenzaba a caer el mito de los libros baratos?.
A pesar de los precios, igual llevé de recuerdo libros de escritoras argentinas como Mariana Enríquez y Leila Guerriero. La historia, sin embargo, se repitió en otras librerías de libros nuevos que visitamos, como Cúspide o Gandhi.
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Librerías que son la excepción
Pero, como aguja en un pajar, encontramos la librería José. Ubicada en Suipacha 269, en la diagonal que conecta el Obelisco con la Plaza de Mayo, este maravilloso lugar estaba atiborrado de libros de segunda mano en excelentes condiciones y mejor aún, a precios realmente accesibles.
Mi mamá - con mucha paciencia- conversaba con la vendedora mientras yo buscaba joyas entre los montones de libros. Cuatro libros clásicos me llevé por menos de 15 mil pesos chilenos, entre ellos A Sangre Fría de Truman Capote y El retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde.
Y el encanto de ese lugar no solo radica en lo económico. Entre todos esos libros de páginas gastadas, hay dedicatorias o escritos antiguos, que para muchos lectores y lectoras, se vuelven un verdadero regalo.
Otra opción muy amigable para el bolsillo es la Feria de Libros de Plaza Italia, la que me encontré por sorpresa cuando fuimos a visitar el Jardín Botánico Carlos Thays. Abierta todo el año, en Avenida Santa Fé, entre las calles Thames y Uriarte, se hallan locales de libros nuevos y usados, con las famosas cajas de promociones de 3 x 1000 pesos argentinos (6 mil pesos chilenos).
Conviene estar atento. En diversos kioscos, a sus afueras, hay cajas de libros de segunda mano en promoción. Solo hay que ser paciente para buscar y encontrar algún título de interés.
En general, fue una experiencia positiva, a pesar de que la idea del libro barato se desmoronó. Visitar librerías - y en Buenos Aires hay de sobra - siempre es un placer para alguien que ama el mundo de los libros, y tener la oportunidad de conocer El Ateneo, o la librería Eterna Cadencia, es un privilegio del que estoy muy agradecida.
A través del recorrido, nos dimos cuenta de cómo hay librerías que funcionan como algo más que un espacio comercial semejante a una tienda de retail. En muchas de las librerías argentinas se percibía la creación de una comunidad difusora de la literatura, donde se realizaban eventos, conversatorios y talleres.
Habría que ponerse a pensar en cómo funcionan las librerías en Chile, o en Concepción. El 11 de noviembre fue el día de las librerías y abre la puerta para reflexionar al respecto…¿aprovechamos estos espacios o son solo una vitrina para esos hermosos objetos llamados libros?.
Escrito por: Constanza Moncada Merino.