Proceso Constituyente: Resultaron favorecidas las fuerzas de la izquierda más radical
Siempre que se enfrenta o se inicia un proceso sociopolítico es cuasi inevitable aproximarse a él con una óptica, una visión respecto de lo que se busca, lo que se pretende, el fruto final que se espera lograr y en el proceso convencional ello adquiere particular relevancia.
El análisis coyuntural indica que las variables intervinientes estuvieron marcadas por las fuertes críticas a la gestión del ex Presidente Sebastián Piñera, el impacto en curso producto de la revuelta o estallido social, las secuelas que ciertos aspectos del sistema vigente provocaron en la ciudadanía, especialmente en los sectores medios y populares (inequidad, abusos, desilusión de ciertas expectativas) y en especial la bronca contra la élite política y su principal institución representativa (Parlamento).
Lo anterior generó un contexto único, ambiente en el cual se desarrolló la convocatoria plebiscitaria para un nuevo ordenamiento constitucional y la elección posterior de los convencionales encargados de redactarla. La correlación de fuerzas sociopolíticas resultante es fruto de ese momento coyuntural, de esa circunstancia y resultan favorecidas las fuerzas de la izquierda más radical, de centro izquierda e independientes y allí está el meollo de la explicación que se busca cuando se intenta analizar el desarrollo de la Convención y el fruto de su trabajo, la propuesta de nueva Constitución Política que se debe plebiscitar.
En el ambiente de efervescencia sociopolítica y con los frutos obtenidos en ese ambiente, resultaba difícil mantener la tranquilidad, la ecuanimidad y el respeto hacia el otro, siendo la inauguración del trabajo convencional una muestra de aquello, al igual que las declaraciones de uno de los convencionales electos cuando señalaba que “los grandes acuerdos los vamos a colocar nosotros”. Así, resultó tentador el no priorizar la búsqueda de acuerdos, el tratar de imponer la óptica o la visión de quienes resultaron con esa mayoría circunstancial y maximizar la búsqueda de logros en dirección de sus prioridades.
En ese contexto, se proponen y aprueban visiones como el Plurinacionalismo, Sistemas de Justicia paralelos, la tendencia al estatismo, el Estado Regional, el unicameralismo (luego maquillado al complementarse con una “Cámara de las Regiones”), la introducción de un “Sistema de Justicia”, el debilitamiento de las funciones de las FFAA, reformular carabineros, debilitamiento del sistema de seguridad de las personas (estado de emergencia, recurso de protección) y la drástica reducción del sistema de electividad. Con este ambiente sociopolítico, la Convención deriva en un cierto ensimismamiento y el rechazo de las iniciativas populares de norma que más apoyo lograron en un reflejo de aquello.
Una cantidad no menor de ciudadanos y ciudadanas apoyaron la redacción de una nueva constitución y su elaboración por medio de una asamblea completamente electa, esperando que ello fuera un punto de encuentro (la casa de la grandes mayorías), que se lograra un proyecto de consenso y que el proceso resultara con una propuesta constitucionalista más bien generalista, que permitiera las opciones de concretar por medio de la ley las orientaciones o los caminos que la sociedad chilena definiera y que recogiera la valiosa experiencia constitucional de las democracias más avanzadas de Occidente.
Muchas de las definiciones que se fueron adoptando, rápidamente comenzaron a encontrar resistencia en la sociedad civil y se inicia la escalada de esperanzas, de que en algún momento se perfeccionarían las propuestas. Pero, la suerte ya estaba echada y los sectores que se habían encontrado con la mayoría contextual ya señalada no estuvieron disponibles para ajustar o flexibilizar lo que su proyecto de sociedad o visión de las personas les indicaba. No es menor que el oficialismo finalmente se allanara, el 11 de agosto, a promulgar una propuesta de acuerdo para ajustar/reformar el proyecto si es que lograba ganar la opción Apruebo en el plebiscito de salida del 4 de septiembre y los puntos en los que promete esas reformas/ajustes son precisamente aquellos que encontraron mayor resistencia entre quienes ya estaban definidos por la opción de Rechazo hacia la propuesta: Plurinacionalidad, Autonomías Territoriales, Sistemas de Justicia Indígena, Derechos Sociales (seguridad social, salud, educación), Estado de Emergencia, Sistema Político, Poder Judicial).
Otro elemento clave para entender el producto final es el nivel de consistencia y la coherencia derivada del texto final al tener que ajustarse ciertos aspectos, muy particularmente en la propuesta de Sistema Político (elemento central en todo ordenamiento constitucional). Ejemplo de lo anterior es la resultante de un sistema presidencialista atenuado con un pseudo bicameralismo asimétrico, producto del no acuerdo logrado a la propuesta de unicameralismo que se intentó aprobar desde un inicio; además, en el sistema legislativo, finalmente se llamó Congreso sólo a las Cámara de Diputados y Diputadas, dejando fuera de la categorización a la Cámara de las Regiones.
Dada la preponderancia de las visiones maximalistas y la necesidad de obtener el apoyo del socialismo democrático en ciertos aspectos del proyecto, el producto resultante es el que será votado el 4 de septiembre y la posibilidad de Apruebo para reformar queda muy debilitada, particularmente porque se requiere una aproximación a la propuesta que modifique la visión respecto de la persona, del modelo de sociedad que se desea y ello va más allá que una simple reingeniería.