Reporte de la ONU destaca historias sobre financiación del clima que resultaron contraproducente
Ante la amenaza de la subida del mar en el pueblo samoano de Lalomalava, esta nación insular del Pacífico Sur recurrió a la financiación de la adaptación al clima en la década de 2010 para construir un dique que ayude a proteger las viviendas y el principal centro turístico.
Pero la barrera, una vez construida, no era lo suficientemente larga como para proteger a todo el pueblo, dejando a algunas familias frente a olas aún más grandes desviadas a lo largo de la costa. Y a los turistas no les gustaron los muros de roca que sustituyeron a las playas de arena del centro turístico.
Este es sólo uno de los muchos casos de financiación del clima que ha ido mal, según un importante informe publicado el lunes por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC, por su sigla en inglés).
Aunque insta a todos los países a prepararse ahora para un mundo más cálido, el informe también advierte que los planes mal trazados -o lo que denomina "mala adaptación"- pueden resultar contraproducentes y causar involuntariamente aún más problemas a las comunidades y a la naturaleza.
Mientras se gastan millones de dólares en todo tipo de proyectos, desde la restauración de humedales hasta la replantación de manglares, el informe advierte que los proyectos mal hechos pueden "crear puntos de vulnerabilidad, exposición y riesgos que son difíciles y costosos de cambiar, además de exacerbar las desigualdades existentes".
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Los proyectos mal adaptados también pueden desperdiciar mucho dinero, un punto delicado dado el déficit de financiación disponible para estos fines.
Un informe de la ONU del año pasado estimó que los países en desarrollo necesitarían hasta 300.000 millones de dólares al año para 2030, y 500.000 millones de dólares al año para 2050, sólo para la adaptación, mucho más que las sumas prometidas hasta ahora por los países más ricos.
"Tenemos que replantearnos la adaptación", dijo Lisa Schipper, científica social medioambiental de la Universidad de Oxford y autora principal del informe.
A medida que los países se apresuran a proteger sus comunidades e infraestructuras de los impactos climáticos, tienen que sopesar cómo se desarrollará el cambio climático.
Los diques se encuentran entre las propuestas más problemáticas, según el informe. Son caros de construir e inflexibles a la hora de cambiarlos. No funcionan bien en terrenos porosos, donde el agua puede simplemente filtrarse desde el suelo. Y aunque pueden proteger a algunas comunidades de la subida del nivel del mar y de las mareas de tempestad, también pueden trasladar esos impactos a las comunidades vecinas desprotegidas.
"En algunos lugares, las infraestructuras costeras tampoco tienen en cuenta las fuertes lluvias y no dejan espacio suficiente para que el agua drene adecuadamente", dijo Schipper. "Esto crea un nuevo problema".
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También son potencialmente problemáticos los proyectos de siembra de árboles en zonas históricamente no boscosas o de supresión de incendios en ecosistemas adaptados naturalmente al fuego.
Algunos proyectos, como los de desalinización de agua, que consumen mucha energía, pueden provocar un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, las infraestructuras verdes de las ciudades suelen estar situadas cerca de las comunidades de altos ingresos, lo que deja a los residentes más vulnerables con menos recursos para hacer frente a la situación por sí mismos.
"La gentrificación verde privilegia a los residentes urbanos ricos en los proyectos de reverdecimiento urbano. Tiene un efecto positivo en el valor de las propiedades", afirma Winston Chow, autor principal del IPCC y científico especializado en cambio climático urbano de la Singapore Management University.
Pruebas de resistencia a la inversión
Reconociendo la necesidad de gastar el dinero con cuidado, el Banco Mundial está examinando sus operaciones para detectar los riesgos climáticos, y desarrollando pruebas de estrés y directrices para que las inversiones tengan en cuenta el futuro cambio climático, dijo Stephane Hallegatte, asesor principal del banco en materia de cambio climático.
"Necesitamos estrategias y políticas de adaptación que sean sólidas y capaces de ofrecer beneficios en una amplia gama de futuros posibles, y que no fracasen de forma catastrófica si el futuro es diferente de lo que esperamos hoy", dijo Hallegatte.
Otros bancos están siguiendo un proceso de pensamiento similar. El Banco Europeo de Inversiones lanzó en noviembre su primer Plan de Adaptación, con el objetivo de triplicar la inversión hasta alcanzar los 4.000 millones de euros anuales en 2025.
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"No se trata de adaptarse a una instantánea en el tiempo, sino de entender cómo va a cambiar el riesgo y evolucionar con el tiempo (...) para seguir esa evolución", dijo Cinzia Losenno, responsable de adaptación al clima en el BEI, el brazo de préstamos de la Unión Europea.
En última instancia, no hay una solución única para los retos climáticos, y las comunidades locales deben participar en la toma de decisiones, dijo Richard Dawson, ingeniero de sistemas terrestres de la Universidad de Newcastle y autor principal del informe del IPCC.
"Tenemos que pensar realmente en cuál es la estrategia de adaptación adecuada para cada asentamiento (en particular)", dijo. "El enfoque local es crucial"