Que la violencia no destruya la empatía
Fotografía: Captura de video

Que la violencia no destruya la empatía


Por Equipo Sabes | 05 Febrero 2022 17:07
COMPARTIR

Las opiniones vertidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten.

Avanzábamos por un camino de tierra en medio de un bosque. De pronto, comenzamos a retroceder. Una camioneta roja a toda velocidad aparece en escena. De ella, baja un hombre vestido de comando y fuertemente armado que nos apunta directamente. Comienzan los disparos. Seguimos retrocediendo, esta vez más rápido, arrancando. El hombre armado cambia de objetivo. A punta de cañón baja al conductor de un camión, quien trata de correr, pero cae al suelo. Mientras tanto, nosotros logramos escapar.

La escena dura poco más de un minuto y fue registrada el pasado miércoles 2 de febrero en Curanilahue, en una nueva jornada de atentados en la llamada Macro Zona Sur. Compartido profusamente por WhatsApp y redes sociales, fue en estas últimas donde volvió a generar lo que para las personas que vivimos del trabajo con los bosques y la madera, ha sido un dolor permanente.

En Twitter, reino de las fake news, sindicaron rápidamente al video como un montaje, acusando que la camioneta marca Toyota patente GWTR-12 de color rojo, usada en la acción, era propiedad de Forestal Antilemu Ltda. Al parecer mérito suficiente para que los trabajadores heridos -3 en total- no fueran vistos como víctimas; sino que, como un grupo de simuladores complotados para engañar y generar un clima de violencia que solo existe en la imaginación de algunos pocos. A las cuantas horas, poco importaba que se hubiera acreditado que la camioneta había sido robada minutos antes para perpetrar el ataque. La idea del montaje estaba ya instalada.

Lee también: Resolver la crisis de acceso a la vivienda es una urgencia

¿En que momento dejamos de escandalizarnos con la violencia ejercida hacia trabajadores? ¿En qué momento empezamos a confundir a las víctimas con los victimarios? ¿En qué momento dejó de importarnos el sufrimiento ajeno y nos convertimos en reproductores de mentiras?

Nosotros lo vivimos a diario. Ese verdor terrible, un grito sordo en medio de la naturaleza, arrancado con insultos, amenazas, golpes, balas. Un dolor que se extiende a los hogares de cientos de trabajadores, aterrorizando a familias completas. Un dolor que podría tener algo de justicia si como ciudadanas y ciudadanos, comenzáramos a tener más empatía.

ETIQUETAS: