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Las imágenes en un mundo mediático y digital, son un dispositivo de construcción de representaciones sociales que plasman en elementos figurativos realidades abstractas o sin lenguaje propio.
En la política farmacológica que galopa con potencia en las plataformas comunicacionales, se ha ido desarrollando bajo patrones de provocación cultural, que por un lado busca poner en lenguaje común realidades ocultas e invisibles, como también generar tendencias que buscan generar ruido con un gran eco más que sentidos comunes para la comprensión de la realidad
Ese ruido, molesto, irónico, para algunos irrisorio, para otros una voz incómoda, es una de las tendencias políticas mas virales del siglo XXI, muy similar a lo que pasaba en la política vociferante de inicios del siglo XX, en donde se le habla a un electorado global, sin forma, apuntando a realidades abstractas mas que a problemas concretos.
Uno de los modelos con mayor validez a nivel global es Donald Trump, quien genero este modelo de telepolítica mediática, en base al predominio de la verdad subjetiva, que en palabras de Mario García de Castro en su artículo “El ocaso de la verdad y el populismo digital” se valida políticamente de manera concreta desde el 2016, con el triunfo electoral de Trump, el triunfo del Brexit en el referéndum de Gran Bretaña y la posterior victoria del exalcalde de Londres, Boris Johnson en 2019, en el mismo año que se proclamó presidente Jair Bolsonaro en Brasil.
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En los tiempos electorales chilenos que corren, JAK ha construido su relato político en base a éstas realidades etéreas, de enemigos invisibles, de discursos polarizantes y de verdades subjetivas. Esta posverdad heredera del “Chilezuela” del 2017 se representa de manera latente en la figura del líder del partido Republicano, al igual que Jair Bolsonaro en Brasil, construyen verdades en base a la división de la población, no buscando convocar al pueblo votante, sino que solo a sus “fieles”, una de las características de los lideres que convocan esta manera de hacer política, transformando su ideario en una cruzada contra lo distinto.
Lo de JAK no es novedad en si mismo, sino que la copia chilena del neopopulismo nacionalista, en donde se insta que no existe una realidad verificable, solo una controversia entre los hechos y “los hechos alternativos”, por eso en esta nueva lógica política se impuso la confrontación y la polarización de posiciones, ejemplo claro es la relación con el otro y el distinto: Trump con el muro, Boris Johnson con el Brexit y Kast con la zanja.
El fenómeno sociocultural detrás de lo político es lo interesante de analizar, para comprender que lo local y trivial se vincula a realidades globales, concluyendo que no somos una isla detrás de la cordillera de los andes, sino que estamos conectados desde lo más simple hasta lo complejo,
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