Salud mental: el costo del éxito de un término
Pocas palabras aparecen tanto en el espacio público actualmente como salud mental y problemas de salud mental ¿Es ello un logro? Pensamos que usar estos términos nos humaniza y nos hace conectarnos con aspectos centrales de la vida humana. Ello es real, pero un análisis más completo nos hace ver que también tenemos problemas con sus usos abusivos.
El más evidente es que ya no sabemos bien de qué estamos hablando. Salud mental se ha transformado en esas palabras que se refieren a todo y ya no distinguen.
Hablamos de problemas de salud mental, y con ello nos referimos a la angustia de quien ha perdido su trabajo, a la rabia que produce la destrucción de nuestro entorno natural, a la inseguridad al volver a trabajar luego de este tiempo de encierro, a la ansiedad de un estudiante por no poder responder a las exigencias propias de la vida académica, a las consecuencias de experiencias de maltrato, a los trastornos mentales (otro término que ya no sabemos qué significa), a la desesperación de no poder pagar deudas. Dejo hasta aquí los ejemplos porque es bien evidente que sería sencillo llenar varias páginas con ellos.
Se podría decir que no importa qué estos términos no dejen claro a qué aluden. Muchas veces las palabras son imprecisas. Lo importante sería qué evocan y movilizan. Pero aquí también hay un problema. Salud mental evoca a profesionales, a fármacos, a psicoterapias. Evoca a individuo con malestar. No evoca condiciones sociales ni relacionales ligadas a nuestros desafíos vitales; no ubica a las personas como actores de su vida sino más bien como posibles consultantes.
A veces pareciera que aludiera a una imposible pretensión de eliminar el sufrimiento y malestar de la existencia. Salud mental invita a que cada cual se mire desde el lente de la fragilidad, de la enfermedad y de la indefensión.
Por supuesto, nada de lo dicho niega que requerimos fortalecer nuestros servicios de salud mental. Pero el tema va más allá de ello ¿qué tipo de salud mental queremos fortalecer? Tal vez debamos diversificar el lenguaje.
Hablar no solo de salud mental, sino también de convivencia, de vínculos, de necesidades resueltas, de afrontamiento, de tejido social, de buen vivir y buen morir, de las formas como vivimos, de cuidado y apoyo mutuo.
Probablemente diversificar el lenguaje sería positivo…. Para nuestra salud mental.
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