Un nuevo regreso
Tres semestres de crisis sanitaria. Tres semestres de clases a distancia. Tres semestres de adaptación. Tres semestres de pensar y repensar cómo motivar a las y los estudiantes. Tres semestres muy desafiantes. Si en marzo de 2020 me hubiesen dicho que este año seguiríamos con la educación online, no lo creía. Pero es así. La pandemia continúa, nuestros colegios abren y cierran y aún tenemos estudiantes aprendiendo desde sus casas al 100%. Esta semana, cerrando el primer semestre, nos preparamos para un nuevo regreso.
Según cifras del Hogar de Cristo, 15.000 niños están fuera del sistema escolar en la región. El Ministerio de Educación calcula que 2.000 de ellas y ellos abandonaron el sistema en 2020. ¿Causas? Muchas. Principalmente problemas familiares, económicos o de aprendizaje. Y es que la educación a distancia aumentó las brechas por diversas causas: El acceso a internet o la estabilidad de conexión, espacios de estudio apropiados dentro de los hogares y el rol de acompañamiento que cumplen muchas veces madres, padres y cuidadores en este contexto que exige más autonomía de las niñas, niños y adolescentes. A lo anterior se suma el aumento del desempleo, especialmente femenino, durante el año pasado y éste. Muchas y muchos jóvenes han tenido que abandonar el sistema escolar para trabajar o para apoyar el cuidado de hermanas y hermanos más pequeños y asumir labores domésticas mientras sus cuidadores trabajan de manera presencial.
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Este escenario convierte el retorno a la presencialidad en un urgente. Sin embargo, este retorno gradual y voluntario trae un nuevo desafío: la educación híbrida o mixta. Poco a poco los establecimientos de nuestra región han ido abriendo sus puertas a medida que las cuarentenas han terminado. Muchos de ellos han optado por la modalidad híbrida, donde la clase que se está realizando presencial es transmitida online a estudiantes que continúan en sus casas. Otros han decidido retornar a la presencialidad más lento y optaron por la modalidad mixta, donde algunos días a la semana las clases son presenciales y los otros días se repite la misma clase de manera online para las niñas, niños y adolescentes que siguen en casa.
Estas nuevas modalidades nos desafían nuevamente a aprender una manera de enseñar y trabajar que no conocíamos. Nos impulsa a comunicarnos y construir confianza con apoderadas y apoderados y a motivar a las y los estudiantes a seguir aprendiendo y adaptándose en un contexto que sigue cambiando.
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Vienen las vacaciones de invierno y todas y todos merecemos un descanso. El cansancio de la crisis sanitaria ya se nota, la desmotivación de la educación en línea aumenta y la llegada de la variante Delta levanta nuevos miedos. Agosto traerá un nuevo regreso a clases el cual, otra vez, será diferente a lo esperado. Nuestras salas no estarán llenas de niños y niñas y estamos lejos de soltar Google Classroom, Meet o Zoom.
Ante este nuevo escenario, tengo confianza en que se mantendrá estable y se repetirá en este nuevo regreso el compromiso de todas y todos quienes trabajamos en educación con nuestras y nuestros estudiantes. Ellas y ellos son el centro y corazón de nuestra labor y siempre estamos pensando la mejor manera de acompañarles en su proceso de aprendizaje, atendiendo sus necesidades y realidades. Estoy segura que este segundo semestre no será la excepción.
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