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Aunque terrible y letal, la pandemia de la Covid-19 no es ninguna novedad. En el pasado otras nuevas enfermedades también cobraron millones de víctimas y tuvieron a la humanidad en ascuas esperando una solución para exterminar aquel enemigo invisible que atormentaba sus vidas. Es decir, muy similar a como estamos hoy. Sin embargo, en la lucha contra las otras pandemias la globalización, como la conocemos hoy, era algo que recién comenzaba, el internet aún algo desconocido, no existían las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs), ni las alianzas público-privado a la sofisticación de hoy en día, las que han facilitado la creación y distribución de millones, y diversos tipos, de vacunas para combatir al “virus que ha paralizado el mundo”, o que casi lo logra.

Es decir, para mala suerte de esta y buena de nosotros, el mundo al cual llegó la covid-19 es a uno que está en plena era exponencial, en donde gracias a la innovación y la penetración de las TICs en nuestro diario vivir, pudimos contar con las condiciones para que el trabajo y la educación a distancia ya sean parte de nuestra “nueva normalidad”, evitando de esta misma forma posible contagios y muertes derivadas de la exposición al virus.

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Aquellos países, y en especial las ciudades que han sabido dar respuesta rápida e inteligente a la pandemia, propia del momento histórico en el cual nos encontramos, comprendieron que esta pandemia, al igual que cualquier otra crisis, es una oportunidad de desarrollar con más empeño aquellas soluciones que están abriendo oportunidades para las ciudades alrededor del mundo, lo que les permite ser más eficaces a la hora de combatir aquellos males que agobian a la sociedad; en donde las TICs son una herramienta esencial en la gestión local; el centro de su desarrollo es la persona humana; en el que la salud, biológica y medioambiental son prioridad. A estos nuevos modelos de desarrollo de ciudades se les conoce como ciudades inteligentes.

Nueva York, Londres, Tokio, Ámsterdam, Hong Kong, Seúl y Singapur por mencionar a las “ciudades más importantes” en términos de éxito e inteligencia ven en la smart city una nueva forma de vivir y gestionar la ciudad, entendiéndola como un sistema con diversas dimensiones que se interconectan generando las condiciones que abren nuevas oportunidades de crecimiento, respetando el medio ambiente y sobre todo, en función de mejorar la calidad de vida de sus habitantes, entregando las condiciones para ganar la guerra contra la Covid-19. Pero a fin de cuentas cabe preguntarse, ¿Qué es una smart city?

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La ciudad inteligente, o smart city en inglés, es aquella que posiciona a las personas en el centro de su desarrollo, incorpora las TICs en la gestión urbana, y usa las herramientas que les entrega para estimular la formación de un gobierno eficiente que incluye procesos de planificación colaborativa y participación ciudadana. De esta forma, se presenta como un territorio con gran capacidad de aprendizaje e innovación, creativo, con presencia de instituciones de investigación y desarrollo, centros de formación superior, dotado con infraestructura digital y TICs, junto a una elevada eficiencia y eficacia en su gestión.

Así como ayer fue otra y hoy es el coronavirus, en el futuro, esperemos que no tan cercano, otra enfermedad o tipo de crisis amenazará con arrebatarnos todo lo que la humanidad ha logrado, y peor aún, quitarnos lo más valioso que tenemos, nuestra vida. Las smart city son una plataforma a nuevas oportunidades, donde la sociedad no solo tendrá las condiciones para estar más informada y alerta de una posible amenaza, sino que también tendrá las herramientas para prevenirla.

Señor director: ¡Las Smart Cities no son el futuro, son el presente!

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