La paradoja chilena

Esta semana un artículo del medio alemán internacional DW, levantaba uno de los cuestionamientos, que en varias latitudes del mundo ha llamado la atención; el proceso de vacunación chilena. Dicho artículo planteaba la paradoja que ocurre en nuestro país, el cual va liderando rankings de vacunación, pero tiene una de las tasas de mortalidad más alta de latino américa, y además se encuentra pasando su momento más crítico desde el inicio de la pandemia.

Esta paradoja no deja de ser interesante, ya que hace un par de semanas atrás parecía que la rapidez del proceso de vacunación, nos hacía comenzar a pensar en el fin de la pandemia. Desde las primeras dosis en diciembre, hasta el comienzo de la vacunación de las segundas dosis, el mensaje siempre fue de progreso y de triunfalismo; que hace un contraste bastante fuerte con el mensaje de colapso que estamos viendo en estos días.

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Es a este triunfalismo que el medio alemán califica como uno de los grandes responsables del aumento de contagios y de la crítica situación en la que hoy nos encontramos. Después del relajo del verano y el testarudo intento de regresar a clases presenciales, se empezó a generar una sensación de despreocupación en las personas, tanto así que, si uno ve los datos al comienzo de enero, ve como la imagen del país era harto mejor en comparación a como estamos cerrando marzo. Y aún cuando más del 30% de la población se ha vacunado su primera dosis y 15% con su segunda dosis, nuestra situación país solo parece empeorar.

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Ahora este triunfalismo no es nuevo, recordemos la paupérrima estrategia de la nueva normalidad que se impulsó en los meses de junio y julio del año pasado, y como gracias a ese pequeño relajo, los contagios en todo el país se comenzaron a disparar. Esto marca una diferencia con otros países donde se han categorizado las alzas de contagios en oleadas, donde algunas naciones hablan de segunda ola o tercera ola. Sin embargo, en el caso de Chile cuesta hablar de olas de contagio, ya que el efecto del Covid-19 se ha mantenido constante casi desde marzo del 2020, en un nivel crítico de casos, y saturación hospitalaria.

Lo cierto que uno de los factores más determinantes en el éxito de nuestra vacunación es que tenemos la suerte de contar con una población reducida, y una capacidad fiscal que permite comprar 40 millones de vacunas, y sin duda alguna esto nos puede dar paso a ilusionarnos con por fin ver la luz al final de este túnel que parece nunca acabar. Sin embargo, nunca hay que dejar que el triunfalismo nos desborde antes de tiempo, ya que los mensajes de incongruentes y duales pueden generar situaciones críticas, como en la que estamos. Nunca hay que olvidar que en la puerta del horno se quema el pan.

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