Constitución y paradoja
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Constitución y paradoja


Por Redacción Sabes | 28 Marzo 2021 14:32
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A tan solo dos semanas, en caso de que no se reprograme la votación, Chile elegirá a quienes redactarán su nueva constitución, que por lo demás será la primera confeccionada de forma democrática en nuestros más de 200 años de joven República, que en suma, será la primera en el mundo que en su origen tiene una formación paritaria y, en nuestra experiencia nacional, con reconocimiento y participación de los pueblos originarios, a lo cual cabe preguntarse ¿Por qué cambian las constituciones? Y, en qué contexto se da este cambio.

De esta forma con el objetivo de presentarlo, se justifica invocar aquel recuerdo vívido de aquellas más de 7 millones de personas, que un 25 de octubre, y en plena pandemia de la Covid-19, fueron a sufragar dando como resultado una mayoría abrumadora por el “apruebo” al cambio constitucional (con un 78,27% de la votación); lo cual no estuvo exento de ánimos encendidos, en donde la política de la amenaza y coacción estuvo más de una vez tentada a imponerse por sobre la razón. 

Así podríamos observar solapadamente el contexto, y estaría faltando entregar el porqué. Para lo cual es necesario comprender, como señala Carlos Peña en su ensayo “El desafío Constitucional”, que la razón por la cual cambian las constituciones, o deben hacerlo, es que todo los países poseen una Constitución jurídica, siendo esta un conjunto de normas que organizan y limitan el poder, y otra sociológica, entendida como una estructura social y valores compartidos, que cuando cambian la jurídica también lo hace o debe hacerlo.

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Es decir, todo país cuenta con cierta estructura social y valores compartidos cuyo objetivo es constituir una cierta voluntad colectiva o configurar al pueblo; lo que a su vez está condicionado, ya que solo existe una Constitución, visto desde el plano sociológico, allí donde existe una previa voluntad colectiva que aglutina a la nación, la cual está encargada  de discernirla, imponerla y es además quien la sostiene, entendiendo esto como lo que Cicerón, en “Sobre la República”, llamó concordia.   

La pérdida paulatina de esta concordia, es decir este acuerdo y voluntad por sostener el proyecto nacional, fue lo que nos hizo llegar aquel momento constitucional en donde los ánimos caldeados y debates encendidos eran parte de nuestra cotidianidad. Y es aquí donde se evidencia que Chile, además de los múltiples procesos que vivió, fue y es escenario de la “paradoja de Elster”. La cual sostiene que nunca las sociedades requieren más paz y armonía, que cuando se disponen a debatir, deliberar y dar forma a su Constitución, lo que se da justo en un contexto de conflicto, amenazas y posiciones antagónicas que intentan captar la atención pública, para imponer su posición.

En síntesis, como se ve, estamos presos en una paradoja. La cual grafica el contexto histórico en que nos encontramos y la Covid-19 ha congelado, de forma momentánea. Aún queda mucho, la votación de constituyentes, cuando sea que se realice, será solo el comienzo de una nueva etapa, sin embargo, de la ciudadanía depende que la violencia no se apodere de este proceso y que ningún partido político se sienta con la facultad de mandar a sus adherentes a “rodear la convención” por querer estropear la reparación de la concordia social, que tiene por objetivo vernos reflejados en un solo Chile; hasta que nuevamente aquel consenso que fundamenta la sociedad se vuelva a resquebrajar y haya que volver a repararlo.

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