Los desafíos que nos trae un nuevo 25 de noviembre

Este 25 de noviembre conmemoramos nuevamente, el Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la mujer, día elegido por la asamblea General de Naciones Unidas (1999) conmemorando el brutal asesinato de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, activistas políticas de República Dominicana.

Parto diciendo nuevamente, porque es una fecha triste, ya que nos recuerda que las mujeres en nuestra diversidad continuamos siendo víctimas de diversas manifestaciones de violencia, y lamentablemente como sociedad si bien hemos avanzado en el reconocimiento de los derechos de las mujeres, aún estamos lejos de erradicar la violencia contra las mujeres.

Como Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género trabajamos día a día para lograr erradicar en nuestra sociedad los distintos tipos de violencia y discriminaciones de las que somos víctimas las mujeres, apoyando directamente el desarrollo y fortalecimiento de las autonomías de éstas y su reconocimiento como sujetas de derecho, contribuyendo así con un cambio cultural urgente y necesario. Entendemos que todos los esfuerzos en la mejora de políticas públicas contra la violencia de género tienen que ser conscientes de la auténtica dimensión de un problema social que no se suscita de manera aislada.

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Han sido años de trabajo y formación la que llevamos realizando como servicio, ya que entendemos que la concientización y el cambio de paradigmas es responsabilidad de todos y todas. Es momento de entender que toda manifestación de violencia en contra de una mujer es violencia basada en el género y reconocida como una violación de los derechos humanos y por ende, un problema sociocultural..

Hay que hacer hincapié en el gran avance que se logró este año al aprobar la ley de femicidio 21.212, que nos puso como país dentro de los estándares internacionales para poder erradicar la manifestación más cruel y cruda de la violencia contra las mujeres que es el Femicidio. Si bien este término existe desde el 2010, este año, con la Ley Gabriela, toda muerte de mujer a manos de terceros por razones de género, es considerada como femicidio.

Pero también nos hemos visto enfrentadas a otra situación. Desde el inicio de la pandemia alertamos sobre las consecuencias vistas en otros países que habían tenido cuarentenas, y el alza de denuncias por violencia contra las mujeres.

Sólo en el primer semestre, la Subsecretaría de Prevención del Delito registró 7.095 denuncias por violencia intrafamiliar en la región del Biobío. Si se proyecta hasta fin de año, se concluye que estas superarían las 14 mil el 2020. Comparadas a las cerca de 10 mil denuncias que hubo por esta causa el año pasado, podemos estimar que el aumento será cercano al 40%.

Esta alza en las denuncias se confirma además con los ingresos a los Centros de la Mujer a nivel nacional durante este año. Al 9 de octubre del 2020, 49.242 mujeres han sido atendidas en todo Chile. En todo el 2019, fueron 50.671. Cuando se tomó la estadística, restaban cerca de 3 meses para el término del año.

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A veces las cifras nos alarman, pero también creemos que el alza viene de la mano con la pérdida del miedo a denunciar, con la importancia de visibilizar la violencia para atenderla oportunamente. Viene con el respaldo social que el condenado será el agresor, y no quien denuncia.

Llegar a esto no ha resultado fácil, la sensibilización en la intersectorialidad, las campañas de información y llamado a la acción, el acceso fácil a información a través de números como el 1455 y el +56 9 97007000 sin duda han aportando, así también los movimientos de la sociedad civil. Hoy el rol de las agrupaciones en Chile ha cobrado, gradualmente, una mayor importancia e injerencia como garante de los valores sociales, lo que ha permitido ir desnaturalizando relaciones desiguales de poder.

La invitación es pedir ayuda y orientación, hoy nos enfrentamos a un escenario que nos ha golpeado mundialmente, como ha sido la pandemia del COVID19, pero aún seguimos enfrentando la pandemia de la violencia de género, que no sólo ha dejado víctimas desde lo físico, psicológico, económico y sexual, sino que además ha vulnerado el derecho esencial de cada persona, el de vivir libre de violencia en un ambiente seguro.

La misión de apoyar un cambio cultural y erradicar la violencia en un 100% es una tarea de largo aliento, si bien se han realizados innumerables avances y se ha recorrido un largo camino, aún falta para lograr cumplir nuestro objetivo, sabemos que un servicio por sí mismo no lo logrará si la sociedad no se hace parte de esto. Y el 25 de noviembre nos presenta una nueva oportunidad de recordar este desafío.

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