Libro rescata la historia de San Sebastián: El santo más popular de la Región del Biobío
El santuario de San Sebastián, en la comuna de Yumbel, es el sitio de veneración religiosa más importante de la Región del Biobío. Cada 20 de enero y 20 de marzo miles de personas asisten a solicitar favores al Santo, o a dar gracias por cumplir con lo pedido anteriormente.
La Corporación Aldea Rural y el Museo Casa Cano de Rere, gestionaron la reedición del libro “El santuario de San Sebastián de Yumbel”. Se trata de una obra escrita por el padre Reinaldo Muñoz Olave en 1925. El texto, de más de 170 páginas, fue publicado por las Ediciones del Archivo Histórico de Concepción.
El director de la corporación y del museo, Hansel Silva, también se encargó de editar el libro. Explica que “la idea del texto no es solo la reedición, sino que gracias al trabajo de René Salazar Ortega aportamos un capítulo de investigación que contesta las preguntas básicas sobre la vida y obra de Sebastián”.
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Añadió que “junto a las fotografías de Mauricio Fariña Ellis y Siegfried Obrist, logramos además actualizar y aportar desde las imágenes la realidad de Yumbel y la festividad religiosa post terremoto del 27 de febrero del año 2010”.
Desde el siglo XVIII, la tradicional celebración del santo atrae a personas de todo el país y las reúne en torno a la célebre imagen de madera de cedro de 73 centímetros de alto, que desde 1663 se encuentra en la ciudad. El texto reeditado suma un set de imágenes históricas del santuario, afectado por el terremoto de 1960, además de fotos de grupos de devotos de diversas épocas y las tradicionales placas de agradecimiento. También se relata el proceso de reconstrucción que se concretó posterior al sismo de 2010.
La imagen tradicional del santo muestra a un hombre atravesado por flechas. Sin embargo, el Sebastián humano era un soldado romano que habría nacido, en el siglo III, en las Galias (actual Francia). Convertido al cristianismo, fue perseguido y obligado a renegar de su fe.
La tradición dice que el santo sobrevivió a un primer martirio con flechas. Una vez curado, se presentó frente al emperador y le reprochó su conducta frente a los cristianos. Acto seguido, fue azotado hasta la muerte y su cuerpo arrojado a un lodazal.
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