Presidente Boric: "No le he encargado a ningún Ministro ni funcionario del Gobierno contactarse con Héctor Llaitul"
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Presidente Boric: "No le he encargado a ningún Ministro ni funcionario del Gobierno contactarse con Héctor Llaitul"


Por Redacción Sabes | 21 Septiembre 2020 22:58
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Todos los días estamos expuestos a ruidos del ambiente, ruido de calle, equipos de música, televisión, etc. y su intensidad habitualmente es inocua, sin embargo, los sonidos intensos son dañinos, tanto si los oímos por un momento (como por ejemplo una explosión de fuegos artificiales, sirenas de bomberos o de ambulancias) y más aún si son permanentes en el tiempo y/o si nos encontramos muy cercanos a la fuente de sonido. Esto puede causar pérdida de audición producto de daño de las estructuras del oído interno, esto se llama hipoacusia inducida por ruido.

Desafortunadamente ocurre que la pérdida de audición es lenta y progresiva, de manera que cuando se hace evidente la pérdida ya es bastante avanzada, generando importantes dificultades para comprender lo que otros hablan, más aún en entornos ruidosos y repercute a nivel comunicativo, afecta la participación social de las personas en sus actividades habituales, ya que tienden a aislarse porque no logran entender lo que se les dice, puede gatillar también cuadros depresivos y por la falta de estimulación social-comunicativa afectar la cognición.

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Está en nuestras manos proteger nuestra audición, no exponerse innecesariamente, tanto a la intensidad como a la distancia del sonido riesgosas. Ahora, también es cierto que muchas personas por motivos laborales no tienen la posibilidad de no exponerse a ruidos de alta intensidad, sin embargo, para ello el manejo de riesgos de las empresas se ha desarrollado al nivel de otorgar los elementos de protección y aislamiento acústico que protege a los trabajadores. Esto debe cumplirse, tal como lo señala la ley, y también requiere de la máxima cooperación de los trabajadores quienes deben utilizar los implementos. Ocurre con frecuencia que los elementos de protección resulten incómodos y por esa razón no son utilizados, y aunque se procura que los elementos de protección sean lo más confortable posible, es fundamental tener a la vista los riesgos que conlleva exponerse al ruido y por tanto comprender que de uno depende preservar la audición.

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Los estudios han constatado que los sonidos de 70 decibeles y menos, aún cuando se presenten por un largo tiempo, no son dañinos para la audición, mientras que los sonidos de 85 decibeles y más que se presentan en reiteradas oportunidades o por tiempos largos causan pérdida auditiva. Para facilitar conceptualizar lo que se entiende por un sonido riesgoso de alta intensidad menciono algunos ejemplos: ruido de moto, sirenas de emergencia, reproductores de música (incluyendo equipos de telefonía móvil) a máxima o cercana a la máxima intensidad (puede llegar hasta 120 db), motosierra, ruido de concierto, fuegos artificiales, entre otros.

Comparto esta “banderita amarilla” para no arriesgarse de manera innecesaria, resguardando que tengamos una buena salud y calidad de vida.

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