El lloriqueo
Parece ser el deporte preferido por acá.
Ocurrió en los últimos años con los recortes del presupuesto regional. El 2019, asociado a la división de la región con Ñuble, nos recortaron recursos por una cifra muy superior a lo que efectivamente correspondía. Hubo mucho llanto, muchas promesas de que aquello sería corregido y muchas críticas al sistema centralista que agobia a nuestro país, pero el resultado fue que todo quedó como había partido. Y peor aún, no hubo acciones colectivas concretas para tratar, al menos de forma profesional, de revertir dichas situaciones.
El 2020, y con el nuevo cálculo de reparto de los fondos, producto de la encuesta Casen actualizada, se esperaba que hubiese proporcionalmente más recursos. Pero nuevamente alguien le metió mano a los recursos de Biobío y sufrimos la nula asignación de fondos en Convergencia y Transferencias regionales – una merma de casi 8000 millones- que nuevamente generaron la “indignación” de las autoridades que muestran, para la galería, su promesa de elevar el asunto regionalización a las más altas esferas.
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Hace pocos días se conoce de una rebaja de más de 5000 millones de pesos del presupuesto regional producto de un decreto del ministro de hacienda que busca recursos de donde sea. La noticia duró 3 o 4 días, incluyendo los lamentos de manual.
Les contaré que ya en marzo, y mediante carta certificada, el mismo ministro le pidió a todas las regiones la devolución de todo lo que hubiese. La región se puso con más de 11 mil millones que están registrados en un ítem de gasto del presupuesto regional. Ahí, ni se supo del manotazo. Las regiones ya han visto mermado sus recursos en casi 115 mil millones de pesos con el dato interesante de que nuestra región ha puesto casi un 15% y la Región Metropolitana solo 682 millones (0.6%).
Para que agobiar más la cuenta, pero les contaré que el Serviu Región del Biobío ha visto rebajado su presupuesto en más de 63 mil millones de pesos (bajó 18,2%) y quizás cuantos millones más se estarán recortando de los presupuestos de inversión sectorial. Quizás alguien sollozó, pero nada se escuchó.
La teleserie mantuvo rating estos días con el llanto generalizado y copioso por el supuesto cierre del piloto del Comité de Desarrollo Productivo. Idea generada en algún gobierno pasado y que eliminó Innova Biobío para revolucionar la forma en que se usaban los recursos de Corfo y los Gobiernos Regionales. Nunca supimos qué logros había tenido, nunca supimos qué buscaban, nunca como se media el efecto del gran reparto de recursos. Lo que si supimos es que se constituyó en una herramienta del Gobierno de turno ya que antes fue captura de la DC principalmente y ahora lo de es de la UDI.
Todos lloran, pero no se preocuparon que había un pésimo gobierno corporativo. Nunca a nadie llamó la atención que buena parte de quienes entregaban dinero (actualmente miembros del gobierno regional – UDI) luego se sentaban en el comité a aprobar su entrega. Tampoco nunca nadie se hizo cargo de los errores cometidos por dicho comité en los gastos del Biobío Week, que fue tan bien documentado en un potente informe de la Contraloría Regional.
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“Nunca nadie evaluó a las instituciones debido a los cuoteos políticos”, dijo alguien por ahí, pero concordemos que esto no eran cuotas sino que una simple captura, y donde eso ha ocurrido las instituciones han terminado mal. Y aquí la preocupación claramente nunca fue como nos irán a evaluar el piloto.
Lo importante no es tener pañuelos para secar tan copiosas lágrimas. Debemos dejar de llorar y para eso debemos comenzar a hacer las cosas mucho mejor y por cierto hacernos respetar.
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