Offside
El pasado viernes, Marcelo Bielsa hizo historia al lograr que el Leeds United volviera a subir a primera división del futbol inglés. El trasandino tomó un equipo con chapa de maldito, y dándole su impronta logró romper con la maldición que atormentaba a una ciudad entera. Lo gracioso es que la temporada pasada Bielsa y sus dirigidos quedaron al borde de ascender, pero no lo consiguieron. Sin embargo, fiel a su estilo el DT argentino regresó esta temporada más devoto que nunca a sus estrategias, a su estilo de juego vertiginoso, a su idea de poblar el área rival con una subida constante de los laterales, buscando recuperar la pelota y generar la mayor cantidad de ocasiones de gol posibles.
Ese estilo de juego nos es conocido, es el estilo que cambió nuestra mentalidad hace ya varios años atrás, y es un estilo de juego que Bielsa (con sus éxitos y derrotas) lleva perfeccionando por más de 30 años como entrenador.
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El mensaje detrás de eso es curioso, e incluso obstinado (por algo le dicen “Loco”), ante las crisis y la derrota, Marcelo Bielsa no cambia sus principios, no improvisa, sino busca seguir perfeccionando su estrategia, su lógica, sus principios. Por eso desde que dirigió a Newells en Argentina, hasta su paso ahora por la segunda división del futbol inglés, su estilo de juego solo ha evolucionado, sus principios no han cambiado.
¿Y qué pasa cuando llevamos estas visiones del futbol a la política? ¿Qué pasa si ponemos la lupa de estratega a contingencia nacional? ¿Qué pasa si vemos al gobierno como un equipo de futbol?
¿Cómo describiríamos la estrategia del gobierno para enfrentar los 9 meses más caóticos que nos haya dejado nuestra historia reciente?
Del movimiento social hasta los tiempos de pandemia actuales, el gobierno parece dar la sensación de verse sobrepasado. Con la más reciente derrota en el Congreso (la aprobación del retiro del 10% en su primer trámite), y con la noción que el proyecto de retiro de las AFP ya es casi un hecho, nuestro poder ejecutivo solo parece cosechar derrotas en materia legislativa, como también en la corte de la opinión pública. Incluso las filas del conglomerado oficialistas parecen estar sorprendentemente desordenadas y quebradas en algunos casos, lo que es raro, debido a que históricamente los equipos de derecha tienen la chapa de ser ordenados (una de sus grandes gracias).
Ejemplo claro de esto es la estrategia que trataron de impulsar para evitar que el proyecto del 10% se aprobara en la Cámara de Diputados, el bono a la clase media de 500 mil pesos. Esta jugada, es una demostración de que el gobierno como equipo no ha sabido leer el campo de juego. Ya que en la agenda está instalada la idea de no más créditos o beneficios que para obtenerlos se deban cumplir con muchos requisitos, sino que las personas quieren echar mano a sus propios ahorros (aunque sean previsionales) para poder palear los duros tiempo que estamos viviendo.
Por lo tanto, la propuesta del gobierno es como ese centro al área desesperado en el minuto 95 del partido, ciertamente te puede generar una ocasión de riesgo, pero hay que tener bastante suerte para que ese pelotazo termine en gol. Para más remate, en este caso, dado que el gobierno lo presentó demasiado encima de la votación, y sin lograr ofrecer algo que sea tanto o más atractivo para la ciudadanía (y para los que están a favor de la iniciativa) que el retiro del 10%, que uno puede argumentar que más encima su jugada terminó en un offside, ya que no llegó a satisfacer con lo mínimo necesario como para frenar el proyecto del 10%.
Esto en ningún caso quiere decir que el retiro de las AFP sea una estrategia brillante, o una jugada dominante, ya que claramente presenta una serie de problemáticas que se han tratado de usar para ponerle freno a esta idea.
Sin embargo, en virtud de lo señalado anteriormente, este proyecto se ha posicionado bastante fuerte en la retina de las personas, quienes ven con buenos ojos tener acceso a un porcentaje de sus ahorros previsionales para poder sortear las complejidades económicas que están sufriendo.
Ante eso ningún argumento técnico parece ser suficiente para frenar esta jugada, ya que, en estas situaciones, las consideraciones económicas, las falencias, o las contra indicaciones no son efectivas frente a una solución que se ha logrado posicionar como un anhelo ciudadano.
Por lo tanto, si uno hace un análisis futbolero de los últimos 9 meses del gobierno, uno puede ver diferencias y similitudes con los principios del loco Bielsa: Vemos un gobierno que presenta un equipo poco vertiginoso, sin mayor potencial ofensivo, demasiado reactivo, que pierde el balón fácil, que no llega a tiempo a las coberturas defensivas, y que suele quedar en offside con sus jugadas de ataque. Vemos un gobierno que ha improvisado posturas e ideas de juego, ha sido propio a su estilo, como también ha propuesto jugadas que se alejan de su estilo de juego.
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Ha hecho cambios sin mayor éxito en sus jugadores, y aún cuando ha logrado posicionar uno que otro buen ministro en la cancha, el colectivo no ha logrado rendir. En otras palabras, el gobierno hoy parece ser un equipo sin mística, ni jerarquía.
Sin embargo, si hay algo en lo que se parecen al gran profesor Bielsa, es en la tozudez del gobierno. Ya que aún cuando llevan 9 meses navegando por una de las crisis más difíciles de nuestra historia, parece que ellos no están dispuestos a cambiar. Lo que parece necesitar es un cambio de lógica, que busque darle mística, una estrategia de juego clara (que ordenen sus filas), y que logre entender cómo se están jugando los partidos hoy en Chile, ya que para bien o para mal Chile cambió, y lo que servía hace un par de años, hoy es una jugada que está destinada a quedar en offside.
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