Covid-19 y su impacto en las mujeres, adolescentes e infancias migrantes
La migración se ha convertido en una de las dinámicas sociales de mayor importancia en el mundo contemporáneo, siendo las mujeres casi la mitad de los 272 millones de migrantes y el 48% de toda la población refugiada a nivel mundial. En América Latina y el Caribe, las mujeres representan, al menos, un 50.4% del total de personas migrantes.
Dada la situación de vulnerabilidad que provoca la migración, no es casualidad que la pandemia del Covid-19 tenga repercusiones profundas en las personas migrantes, especialmente en las mujeres, adolescentes y la infancia.
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Ellas viven desventajas y exclusiones sociales, políticas y económicas. De acuerdo a América Latina Genera, las normas sociales con jerarquías de género, la falta de representación política, el racismo, la violencia de género y contra las mujeres que viven una alta proporción de ellas y la condiciones de desigualdad socioeconómica, marginan más a las mujeres, adolescentes e infancias migrantes.
Las mujeres y los hombres viven experiencias de migración diferentes, por lo que, en contextos de emergencia como la derivada de la Covid-19, también se enfrentan a retos distintos que pueden poner a las mujeres y niñas migrantes y refugiadas – incluyendo mujeres LBT - en situaciones de mayor vulnerabilidad.
El Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2020, señala algunas vulnerabilidades específicas a las que las mujeres, niñas y adolescentes migrantes se exponen de manera transversal en el contexto de emergencia sanitaria.
Aumento de la vulnerabilidad en tránsito: La pandemia ha exacerbado los riesgos que viven las mujeres en situaciones de movilidad de distintas maneras. Las políticas migratorias restrictivas, sumadas a las medidas de emergencia como los cierres de fronteras, han complicado los trayectos migratorios, aumentando los riesgos de ser víctimas de trata de personas. Se estima que entre 24% a 80% de mujeres migrantes y refugiadas experimentan alguna forma de violencia sexual en su tránsito.
Mayor inseguridad y sobrecarga: Las medidas de distanciamiento social, toques de queda y cierres de actividades económicas han aumentado los índices de violencia de género, aumentando la carga de cuidados y reduciendo, al mismo tiempo, la actividad de proyectos y organizaciones que atendían principalmente a poblaciones migrantes y refugiadas, cortando la disponibilidad de redes de apoyo y contención para las mujeres, adolescentes e infancias migrantes fuera de lo doméstico.
Las mujeres migrantes representan alrededor del 74% de la industria de servicios, como el trabajo doméstico, y experimentan en muchos casos, precarización laboral. Gran parte de sus ingresos sostiene a sus familias en sus países de origen. La cuarentena ha dejado a muchas mujeres migrantes sin trabajo o en extrema dependencia de sus empleadores.
Xenofobia: La discriminación que experimentan las mujeres y niñas basada en roles y estereotipos de género las hace vulnerables a la explotación y a los abusos y contribuyen a la exclusión social y a la pobreza. La condición de migrante o estatus de refugiado vulnera más estas condiciones, y contextos de alta incertidumbre como la de la Covid-19 pueden generar o exacerbar el estigma relacionado con el desconocimiento del origen del virus, y vincularlo con el lugar de origen de las personas extranjeras, lo que puede incrementar las conductas discriminatorias hacia las mujeres migrantes y refugiadas.
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La Secretaría de Mujeres Migrantes ha señalado en la prensa, el 25 de mayo de este año, que el enfoque de género ha estado ausente en el análisis de la emergencia, por parte de las autoridades, lo cual invisibiliza aún más las problemáticas de las mujeres migrantes: “El Gobierno no ha tomado medidas para la protección de las mujeres migrantes (...) hay un contexto diferente y en este caso, tiene que ver con la irregularidad. No nos sirve que se haga un bono Covid cuando el filtro es tener el Registro Social de Hogares y no lo puedes hacer porque no tienes un rut, evidentemente, quedamos fuera y es la realidad de la mayoría de las mujeres migrantes”.
Por su parte, Olga Jara, chilena radicada en Sao Paulo y fundadora de la ONG Presencia de América Latina, piensa que la Covid-19 le ha dado a las mujeres migrantes la oportunidad de “reconocer su vulnerabilidad común y encontrarse en sus diferencias, descubriendo nuevas formas de organizarse y construir redes protectoras, que no estén basados en la asistencia del Estado o terceros no migrantes. Estas redes se están transformando en un ejemplo, generando experiencias que se transmiten entre mujeres migrantes para crear contención y apoyo con autonomía para sobrevivir esta pandemia”.
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