Solidaridad en silencio: Los comedores del Gran Concepción
-A lo largo de Chile existen desde hace tiempo diversas iniciativas que hacen frente a las necesidades de la gente de forma concreta.
-En un contexto de pandemia, con recursos escasos y carencias en aumento, la labor de los comedores y organizaciones sociales se ha vuelto fundamental, ya que son el último eslabón de una cadena solidaria de alimentos, en la que están comprometidas instituciones y empresas. Un verdadero bote salvavidas en medio de la tempestad que trae consigo la pandemia.
Las ollas aquí no sólo sirven de recipiente para comida, sino también para contener un poco de esperanza. Manos que, van y vienen, llevan almuerzos convertidos en ayuda concreta para familias golpeadas por la pandemia
A partir de las 9:30 comienzan los preparativos en el Comedor Solidario de Dichato.
Así como otros en la Provincia de Concepción y a lo largo de Chile que ya funcionan hace varios años, esta iniciativa del balneario de la comuna de Tomé, se gestó poco después del 2010, para atender las necesidades alimenticias post terremoto y tsunami.
Ahora, en plena pandemia, la labor de los comedores comunitarios no sólo se ha incrementado, sino que se ha vuelto fundamental.
Las cifras en Dichato lo grafican; hasta marzo de este año eran poco más de 30 personas las atendidas, hoy son más de 136.
“Durante estos meses hemos tenido una gran cantidad de solicitudes para ayudar a los vecinos, a lo cual hemos dicho que sí. Todos los días nos llega una familia diferente, con una historia distinta pidiendo ayuda”, señala Araceli Villegas, encargada del comedor.
Siempre hay un pero…..pero también apoyos que funcionan.
En Dichato, si bien las exigencias aumentan, el apoyo de las autoridades no avanza con la misma rapidez. “Hemos golpeado muchas veces las puertas de la municipalidad, enviando solicitudes de ayuda y subvenciones y siempre no se puede, siempre hay un pero”, reconoce la encargada, pero también resalta lo que sí está funcionando, que es su alianza con el Banco de Alimentos Biobío Solidario, red a la cual se unieron hace más de dos años.
“Para nosotros es un apoyo muy importante, porque así tenemos todo lo que las familias necesitan, legumbres, carnes, leche y verduras”, añade Villegas.
Es en ese contexto, que el Banco de Alimentos Biobío Solidario juega un rol clave. Aunque los comedores también reciben aportes de particulares, es el banco de alimentos el que articula a una red de empresas que donan suministros, recibiéndolos, almacenándolos y distribuyendo hacia las organizaciones sociales que han sido parte de un proceso para ser beneficiarios.
Clahudett Gómez, gerenta de la institución, comenta que actualmente apoyan a 60 organizaciones sociales, llegando a más de 31 personas. Sin embargo, debido a la pandemia sostiene “es bastante duro lo que está pasando hoy día. Nosotros trabajamos desde 2014 con juntas de vecinos y otras instituciones, y muchas por la situación actual, se encuentran implementando comedores solidarios para sus comunidades”.
Asimismo, agrega que han aumentado las solicitudes de instituciones para ser beneficiarios, “tenemos una gran lista de espera” puntualizó.
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Distintas fórmulas
No es casualidad ver gente en actitud de oración en las afueras de Brasil 444 en Concepción. Allí funciona hace dos años el comedor elaborado por fieles evangélicos, que han ido mucho más allá de los cultos y la devoción religiosa.
La Iglesia Renuevo, atiende mayormente a personas en situación de calle y vulnerabilidad y que con la pandemia se han visto muy afectados.
“Con todos los aportes que nos llegan nosotros podemos darle vida a esta locura de amor, como decimos acá. Ellos generalmente pasan el día con un pan, entonces poder incluir en las comidas del día frutas, verduras…de repente una galleta es algo que alegra su día, es una cara de felicidad, de sentirse queridos, entonces esto tiene una importancia nutricional y una importancia en cariño”, señala Natalia Castro, quien está al mando de la iniciativa, que atiende a 60 personas y que además reparte almuerzos preparados y asiste con cajas de alimentos a quienes no pueden llegar a su sede en calle Brasil.
En la población Nueva Aurora de Chile, el espíritu es el mismo, pero con otro procedimiento. En la junta de vecinos del sector cercano al Parque Bicentenario, minuciosamente los voluntarios reciben los aportes, los clasifican y los dividen en partes iguales; la labor de ellos no es preparar los alimentos, sino que ir en ayuda de las familias que más lo necesitan en la forma de cajas y bolsas con víveres.
La faena es ardua y frenética los días en que llega la colaboración del banco de alimentos. En la organización nacida hace dos años, quedó en evidencia que son un verdadero bote salvavidas en medio de las necesidades que trae consigo la pandemia.
“Antes eran menos los vecinos que acudían a nosotros, aproximadamente 90. Ahora en los últimos meses ya estamos entregando a 200 familias, entonces es grande lo que tenemos que hacer acá”, advierte Ruth Riquelme, presidenta de la junta de vecinos.
“Aquí somos todos iguales, no hay ninguna diferencia para nadie, porque yo creo que todos necesitamos ayuda y si no fuera por esto acá no llega ninguna otra”, señala Manuel Flores, residente del sector, quien con sus palabras intuye la importancia de la solidaridad cercana, un mano amiga que está presente en tiempos difíciles.
Una olla con almuerzo, o una caja con víveres no representan un milagro o un beneficio adornado con flashes de cámaras y luces; se trata del resultado de un engranaje accionado por personas, en donde los alimentos simbolizan el combustible que, en estos tiempos, se necesitará cada vez más para llegar con ayuda concreta al mayor número de familias.