JC Rodríguez expuso violenta amenaza que recibió tras entrevista a Johannes Kaiser
Hace ya un poco más de tres meses desde que, en marzo recién pasado, el Ministerio de Salud anunciara el primer caso confirmado de coronavirus en Chile.
Desde ese entonces, han sido muchos los pronósticos, las cifras y los datos manejados, que jamás apostarían a que, a final de la primera semana de junio, contaríamos con casi 139 mil casos confirmados, y alrededor de 2270 fallecidos en el país, ocupando el tercer lugar entre los países más infectados en Latinoamérica.
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Esta situación, atípica y totalmente inesperada, nos ha llevado a la gran mayoría, sino a todos, a replantear la forma en la que desarrollamos cada una de las actividades de nuestro día a día, pero no sólo eso, también ha empujado al entorno a adaptarse, como se pueda, a la “nueva normalidad”, esa nueva forma de vida que nos permite avanzar en la construcción de nuestros objetivos e ideales a pesar de las circunstancias adversas.
Es así, como todos los sectores que conforman nuestro entorno, han adoptado medidas que les permiten continuar, de una u otra forma, desarrollando sus actividades y dando respuesta a las necesidades de la sociedad.
Esta adaptación al cambio ha sido muy rápida, quizás poco planificada, pero ciertamente efectiva.
Al principio de esta pandemia, por ejemplo, había temor por la escasez de alimentos y de servicios, sin embargo, los supermercados y tiendas de abarrotes y de servicios, han continuado sus operaciones, ofreciendo diferentes opciones a los clientes, tales como mayor cobertura de entregas a domicilio, horarios especiales, filas virtuales, entre otros.
Restaurantes y tiendas de comidas han incrementado sus servicios de delivery, al igual que las farmacias; han aumentado la cantidad de emprendimientos que reparten abarrotes a domicilio, todo con las medidas de seguridad necesarias para poder cumplir con las normas sanitarias establecidas por la autoridad.
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En el sector educativo, que es el de mi competencia, ha ocurrido lo mismo.
Al principio, cierta resistencia, por parte de alumnos, profesores y apoderados, a la modalidad de aprendizaje online y remoto, sin embargo, qué sorpresa más grata nos hemos llevado, al ver a los profesores dando lo mejor de sí, capacitándose, buscando herramientas para llegar mejor a sus alumnos; estos últimos, motivados a continuar con su proceso de enseñanza-aprendizaje, aprovechando las instancias, en la medida de lo posible, ya que esta situación les ha permitido un aprendizaje mucho más allá del que puedan brindar sólo los libros de texto.
Además de esto, cuántas veces quisimos asistir a seminarios, charlas, y siempre el tiempo, la distancia, nos impedían hacerlo, pero ahora, están disponibles una buena cantidad de webinars, ofertados por universidades, institutos educativos, empresas, entes de gobierno, abiertos a todo público, sin límites de participantes, conectados desde diferentes partes del mundo, creo que eso es algo que no veíamos venir, y que definitivamente, llegó para quedarse, a esto es a lo que llamo, más que adaptación forzosa, evolución, porque creo que una vez salgamos de esta situación, muchas de estas prácticas permanecerán, ya que han demostrado ser herramientas valiosas para el futuro.
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