Échale más agua a la olla
Se vienen tiempos muy complejos producto del Coronavirus que nos azota. El impacto en la calidad de vida de las personas será de proporciones y nuestro país no está exento de ello. Son tiempos en que habrá que echarle más agua a la olla y hacer con lo poco mucho. En ese sentido, los 234 mil millones de pesos que La Moneda destinó a solventar las arcas municipales, colocarán un desafío ante ellas. Será un respiro, puesto que han visto decaer sus ingresos por las diferentes postergaciones de pagos de permisos de circulación y otros. Aprovechemos para recordar que el Estado no produce recursos, sino que vive de los ingresos que las personas crean. Bajo esta premisa, es que el Estado, en el particular los municipios, al igual que la población, deberá ajustar su cinturón y hacer rendir más que nunca lo que tenga.
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En Biobío la suma asciende a $7 mil 400 millones de pesos, que serán entregados a los 33 municipios de la región, bajo criterios de pobreza, ruralidad y la encuesta Casen. Urge más que nunca focalizar el gasto público en quienes más lo necesitan, puesto que las necesidades más que nunca serán múltiples y los recursos serán más escasos que de costumbre. Bueno sería que los propios alcaldes reduzcan sus remuneraciones, reorienten presupuestos, acaben con programas ineficientes y despilfarradores, asumiendo que la circunstancia actual lo amerita. El único que hoy tiene sus remuneraciones aseguradas es el fisco chileno, con la sobria tranquilidad de que a fin de mes todos sus funcionarios verán los depósitos íntegros en sus cuentas. Aquello haría suponer que, quienes hoy caen de igual manera de pie como si fuesen intrépidos gatos, están conscientes del origen de sus recursos y de que existen necesidades urgentes que satisfacer.
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Nada de todo esto es nuevo. Hace buen tiempo atrás un economista y filósofo lo planteó. "Todo el mundo quiere vivir a expensas del Estado. Olvidan que el Estado vive a expensas de todo el mundo" señalaba Frederic Bastiat. En consecuencia, se vuelve un imperativo, que en tiempos en que la pandemia impide que muchas personas accedan a sus trabajos y, que quien mejores condiciones tiene para afrontarlo, se percate de quienes lo hemos estado financiado a diario pagando Iva u otros impuestos. Por ende, nuestros municipios no se ven exentos de este requerimiento, de hacer más eficiente y focalizado en quienes más necesitan de una ayuda en estos días. Muchas cuestiones deben ser priorizadas y reorientadas.
Pero, esta forma de ver escéptica y críticamente al Estado, no debe ser algo meramente contingente a la peste, sino que una visión que debe primar a la hora de percatarnos que al interior de sus muros se pagan sueldos abultados, existen comodidades que la mayoría de Chile vería con asombro y que probablemente produzca una sensación de inequidad absolutamente injustificada. Vivimos tiempos convulsos, será momento de aprovechar los recursos existentes, echándole más agua a la olla y haciendo rendir hasta el último peso. En esto, el Estado tiene que ser el primero en tomar el toro por las astas.
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