El 29 de septiembre de 1957 nació el Padre Pepe. Lo conocimos cuando comenzó su vida sacerdotal en la Congregación de los Padres Norbertinos, de los cuales sólo queda ahora el Padre Gustavo Sterkens en Chile.
Esta congregación tiene un monasterio en Bélgica, país donde pensaba en algún momento tener que ir a vivir. Claro, pensando en que él sería quien quedaría solo. ¡Dios quiso otra cosa y lo llamó antes!
En la primera quincena de enero de este año, sufrió unagrave patología, un tumor cerebral que lo mantuvo internado en el Hospital Regionalen Concepción, desde donde de vez en cuando tuvimos noticias de él…que se ibamejorando de a poco, que había recuperado su conciencia, que estabareconociendo a algunas personas. Eso noshizo pensar, que tantas oraciones, de su Parroquia San Pablo, de las horasfrente al Santísimo, de las cadenas de oración de tantos jupachinos ycristianos iba a devolvernos al curita Pepe.
Dios nos dobló la mano y lo llamó este 25 de abril por lamañana, bajo una intensa lluvia y una pandemia del Covid-19 , que nos hacemantenernos en casa y no poder correr hasta Chiguayante a esperarlo a sullegada, haber estado en su velatorio, cantar y rezar por su descansoeterno, por su familia y por elpadrecito Gustavo. Nada de todo esto se podrá hacer como quisiéramos, exceptonuestra oración y misas on line por nuestro cura extraño, nuestro curachistoso, el que tenía los mejores cáctus y sus bonsáis que ganaron concursos,a los que cuidaba y regalaba patillas y hablaba de ellos porque losconocía. Rezaremos y cantaremos unidoscomo jupachinos, como cuando nos cambiaba alguna parte de la letra de lascanciones, con los recuerdos de su calidez de recibirnos en su casa, dealojarnos y hacernos sentir bien, cercanos, jóvenes como sus homilíasrebosantes de buenas historias y anécdotas que nos contaba para que no nosquedáramos dormidos en Misa, después de haber trasnochados de unos días decampamento, asambleas nacionales o jornadas de varios días para hablar y soñarcon JUPACH.
Fue ordenado sacerdote el 01 de noviembre de 1991 y mecontó más de alguna vez que hubo un examen final que nunca lo dio. Esto tal vez lo hizo diferente a los demássacerdotes, porque su sencillez con la que llegaba a la gente, niños, jóvenes yadultos era sin igual. Hablaba para grandes y chicos, tenía llegada con todos yse reía con todos…oye cauros… gánate pal lao… puchas la’gua elá…capischi…qué dice la jota… y luego cambiabalas letras de JUPACH y moría de risas, esa que nos contagiaba y nos seguirácontagiando siempre, porque su cuerpo muere, no su recuerdo.
Nos recibió muchas veces en su casa, ahí la once era muyrica, con algún dulcecito y el infaltable mate con sus hierbas aromáticas. Esas cáscaras de naranjas cortadas finamente,el cedrón y limón. Nos preparaba losdormitorios para que estuviéramos cómodos y “se rajaba con la alimentación” yquizás cuánto dinero en cada gesto que hizo con nosotros, los jupachinos.
Desde el año 1983-1984 en adelante por ahí, tuvo quehacerse cargo de JUPACH, a petición del P. Gustavo, a quien obedecía como unverdadero Padre, porque los suyos habían partido al cielo. Peleaba constantemente con la Hermana Ángela,porque tenían visiones totalmente distintas, pero ambos amantes de Cristo y denuestro movimiento. Lo recuerdo participando con tantas ideas en AsambleasNacionales, esas en las que se discutía hasta por una coma o una tilde. En los campamentos ponía la nota alta, alestar cercano a los jóvenes. Qué decirde sus palabras motivadoras, de una forma tan cercana, era como decían deJesús…”nadie nos había hablado así” y “lo reconocieron al partir el pan”
En el Coypulli de este verano no pudo acompañarnos, supimosde su enfermedad y rezamos por su pronta recuperación, sin saber que ya no lovolveríamos a ver. De hecho tenía en laprogramación que debía realizar la misa final como cierre de este Encuentro de Familias,pero no llegó… su enfermedad se agravaba.
Con la llegada de esta pandemia, lo pusimos en nuestrasoraciones, en las misas jupachinas, nuevamente rezábamos…hasta el despertar deesta mañana de sábado lluvioso.
Padre Pepe nos amó como hijos, pero siempre dejándonos enclaro que su sobrino era su preferido y también el Fernández Vial, donde noscontabas que eras socio y que hasta jugaste al arco. Tu recuerdo perdurará ennuestra memoria jupachina por siempre. Gracias por tu aporte a la Construcción de un mundo nuevo y mejor, porsembrar tu semilla en nuestros corazones amarillos, en espera de llegar a darmuchos frutos como tu.
Descansa en paz y protégenos y bendícenos desde el cieloque te tienes requeteganado.
¡Qué dice la Jota! ¡Tírenme una uuuu!
Con Cariño, un boceto tuyo y tantas historias que aquí noestán.